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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL VISIR ABUCHEADO

 

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En la España de la covacha zapateril, lo siento, Conchita, pero la historia está de mi parte, en esa España, digo, el jefezuelo se enfrenta a sus gravísimos pecados políticos y a sus responsabilidades internas, mientras su gran visir en el sultanato de la ignorancia lesiva prosigue su lucha por la supervivencia del rien faire de provecho.

 

Mientras el caso Dorribo continúa su curso jurisdiccional, el señor Blanco medra en las tierras gallegas a fin de agarrarse a las ramas del poder que tan queridas le son. La dureza de su faz se agrega a la blandenguería de sus convicciones morales. Se permite el lujo de criticar al vapuleado Vázquez. Él, que fue repelido por los votantes, ataca a su conmilitón. Pero va más allá. Reclama democracia interna. Don Blanco pide una obviedad que él pisoteó desde el mismo momento en que se convirtió en número dos del psoecialismo más calamitoso que contemplaron los siglos. Hay que abrir puertas, subrayó el evanescente orador. El clausurador demanda aperturas. Consejos vendo que para mí no quiero, dice el refrán.

 

Un hilo de esperanza. La reacción de los militantes asistentes al acto nos permite un respiro de alivio. Desaprobación manifiesta contra el líder demagogo que se tradujo en abucheos de repulsa. El socialismo inocente se mueve y se alza contra el psoecialismo corrupto. Aires de cambio que, ojalá, no sean aplastados por el contravendaval de los instalados.

 

La apostilla del visir no pudo tener referencia más amable. El futuro está por escribir, parafraseando a Obama. Un blanco de apellido y un negro de piel. Un negro de transparencia y un blanco de honradez. Un español defraudador y un norteamericano veraz. Si el chiste de la democracia interna no fuera macabro, la frase limpia de Obama, puesta en boca del maligno visir, es un alarde de mal gusto.

 

Blanco. Alégrenos los días por venir. Abandone la política. Dedíquese al espectáculo. O, si lo prefiere, ofrezca sus servicios en algún taifa del medio oriente.

 

Un saludo.

 

 

 

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