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Francisco Velasco. Abogado e historiador

COMO UNA MAFIA

 

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¿Dónde está el testigo protegido? Ni existe ni puede existir. La Junta de Andalucía no es una mafia. Pero en el caso de los EREs, cualquier semejanza con esta organización es digna de análisis. Los buitres revolotean en torno al cadáver de la decencia. La víctima yace sin carnes. Todo hueso. Ninguno probó las vísceras. Pasaban por allí. Debieron ser las hienas, se excusaron. Como una mafia.

 

El fútbol nació en Inglaterra. La mafia tiene su origen en el sur de Italia. El crimen se organiza en el mediodía mediterráneo. Los hombres de honor eran sus dirigentes. Sus códigos, inviolables, pasaban por la omertá. El silencio. La mudez no sobrevenida. Era la única forma. El delito proporciona privilegios. Allí donde la oligarquía y el Estado se hacen sello, el poder es fruto de su arracimamiento con ellos o de su desarraigo radical. Prevalece lo primero. La cercanía se funde en vínculos de sangre. Las familias constituyen la nueva y cancerosa célula de la sociedad.

 

Yo no digo que la Junta de Chaves y de Griñán sea una mafia. No lo digo. Afirmo que actúan en ocasiones como si lo fuera. En el gobierno andaluz, no habrá gabellotti  recaudadores, pero sí existen cargos públicos que se llevan la pantera a casa como signo de comisión ganancial. No aseguro que roben a los trabajadores. Sí mantengo que algunos se han puesto las botas a costa del sufrimiento de los obreros despedidos. Imposible aseverar que todos los golfos de Andalucía pertenezcan a los gabinetes de consejeros de los expresidentes. Sostengo, sin embargo, que muchos de entre ellos son sujetos de tropelías infames contra el pueblo.

 

La Junta no es una mafia, insisto. Ocurre, en cambio, que en su seno ha podido formarse una banda de este cariz. Los padres de la patria se instruyen en el seno del partido. La educación espartana no se funda en la austeridad y en el patriotismo. Halla su sede en el tribunal de la injusticia y se alimenta de la burla sistemática de la ley. La criminalidad institucional crece, pues, de forma alarmante. En Sicilia, las mafias incrementaron su influencia bajo el paraguas de gobiernos de izquierda. La inmensa mayoría de los emigrantes sicilianos a Estados Unidos eran obreros que se extrañaron del terruño en busca de mejores condiciones de una vida que se les anunciaba corta. Si no por el desempleo, por la malsana locuacidad.

 

El silencio de los llamados a declarar ante la comisión parlamentaria de los EREs no descansa en la ley de la omertá. Cómo voy a creerlo. Pero cuánto se parece. La presencia de los guerrieri, marquesino, riverello, mañuco o las santas madres que los engendraron, me recuerdan esos vicios. Observen la finta de don Justo Mañas. Que comparece con voluntad de cooperación leal, sostiene, y, además, sin abogado. Listo. Su mudez es pareja a su sordera. Como sus compañeros, carecía de capacidad de disposición de fondos económicos. Y de vista para observar. Y de seso para analizar. Y de olfato para atisbar el hedor. Y de tacto para apretar el stop. Y de gusto para comerse la porquería.

 

Las intervenciones de los exconsejeros Viera y Fernández aportarán nuevas sombras a la comisión. Oscuridades de muerte que preludian el sonido de las trompetas del juicio final de Chaves y de Griñán. Estos dos angelitos saben de los EREs lo que Capone de fraude. Dirán que nada. Con todo, si el mafioso cayó, los que rememoran prácticas análogas, pueden tropezar en el escalón más llano. Y los resbalones, ya saben.

 

Siempre nos quedará la juez atalaya Alaya. Que viva muchos años y que durante todo ese tiempo disfrute de salud y conserve, íntegras, sus agallas.

 

Ya les digo. Como una mafia. Omertá. Shisssssssssssssssss. Pim pam pum.

 

Un saludo.

 

 

 

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