FE: HUMANA Y DIVINA
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Algunos amigos se sorprenden cuando manifiesto mi descreimiento en Dios. Les refiero que es mi descreimiento personal, el cual ni reta la idea de la existencia de Dios ni combate a los demás que hacen de su fe divina un acto de asentimiento. Al tiempo, les refiero que tienen ventaja sobre mí en tanto carezco de ese don del que participan millones de creyentes de distintas religiones. Qué le vamos a hacer pero las cosas son como uno las observa, las siente y las asimila.
Carezco de fe divina. Sin embargo, sí tengo fe humana. Fe entendida como confianza en alguien a causa de su autoridad moral, de su sabiduría o del valor de su compromiso. Fe como lealtad y fe como conducta recta y honrada. Fe como criterio de relación multilateral y como ausencia de malicia o de doblez. Tengo fe en la humanidad por más que desconfíe de ciertos sujetos que se integran en ella. Fíjense si tengo fe que, dadas mis carencias cognoscitivas, creo firmemente en la teoría de la relatividad de Einstein, en la gravitación de los cuerpos, en la esfericidad de la tierra o en la presencia de malignidades en medio de tu entorno más próximo. No las veo, no las entiendo pero lo creo a pies juntillas.
Cuando se habla de fe pública, admito la autoridad legítima de quienes, conforme a su condición de secretarios de juzgados, de notarios o de funcionarios en general, rubrican documentos considerados como auténticos. Salvo prueba en contrario, eso sí. Y ello, a pesar de la fe púnica, de la mala fe que a algunos garbanzos negros les es inherente.
El Parlamento de Andalucía va a iniciar en breve, si cuando aparezca este artículo no se ha estrenado ya, sus tareas de investigación sobre la canallada del fraude de los EREs. Qué quieren que les diga. Tengo tanta fe en sus miembros como en los procedimientos seguidos y en sus conclusiones. Ninguna. No desprecio la naturaleza democrática de estos personajes. En absoluto. Si el pueblo los ha elegido, su legitimidad es obvia. No obstante, mi fe es nula. Ni creo en la comisión ni confío en los que han de deponer ante ella.
Ya sé que el problema es de autor. Pero no tiene solución. Si personajes con deudas pendientes con la justicia, que no digo con la ley, constituyen tribunales de honor, permítanme que me ajuste la coraza de la racionalidad y cierre los ventanucos a la sensiblería que anida en todos nosotros. Por ejemplo: si Griñán, Chaves, Valderas o Mario Jiménez tienen algo que ver y/o decir en ese tinglado, antes acepto la Revelación que la evacuación verbal de estos individuos.
Miren hasta dónde llega mi fe humana. Hasta rendirse a la divina. Cuestión de ejemplos.
Un saludo.
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