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Francisco Velasco. Abogado e historiador

SERÍA UN ERROR

 

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 Con categoría de catástrofe. La presencia de tropas españolas en cualquier territorio de España sólo tiene acomodo si se hallan de maniobras, si actúan en situación de emergencia o si están acuarteladas. Cualquier otra circunstancia constituiría un despropósito.

 

Desde estas páginas, ya nos hemos referido al tema de Elgeta. Únicamente en el contexto descrito, se ha de entender la secuencia de movimientos del ejército. En el País vasco o en Cataluña. El estallido de algunas revueltas de mineros en Asturias genera ciertas dosis de preocupación. Muchos son los que consideran la rebelión de los mineros como una estrategia urdida por los enemigos del Gobierno de Rajoy y alentada por parlamentarios de Izquierda Unida y del Psoe. Me incluyo entre los que opinan de esta manera.

 

 En política caben casualidades. Sin duda. Sin embargo, el azar juega un papel pequeñito en un mundo de causas. El ministro Morenés no tiene en la cabeza, porque no es un descerebrado, movilizar compañías para sofocar las barbaridades cometidas por algunos mineros. Menos aún el Consejo de Ministros. Lo cual no excluye a la destructiva Oposición formada por los rubalcabas, laras, erkorekas y otros compañeros de farra. En su pensamiento anida la posibilidad de desbarre mental y dicen: a ver si pican. La hecatombe beneficia a los hacedores de conflictos.

 

Ya saben aquello de cuando el río suena. A fin de buscar efectos nocivos a la ciudadanía, los depredadores de la sociedad exploran sitios de desencuentros. Las protestas de los mineros de Asturias son recurrentes y sus decibelios alcanzan niveles de historia cercana. Vuelvo a repetir la tesis del carácter dialéctico por encima de la historia lineal o de la historia cíclica. Si la historia se repite, que no, se debe a la inmutable relación dialéctica entre los individuos y los grupos. La revolución asturiana de 1934 nada tiene que ver con las escaramuzas de 2012. Los protagonistas son distintos y la estructura social y económica dista mucho de parecerse. No obstante, aunque cambian los sujetos, las ideas permanecen y las consignas cobran actualidad. Hoy, como entonces, gobierna la derecha y hoy, como ochenta años atrás, la izquierda revuelve entre la basura para su provecho partidista. He ahí el peligro.

 

La marcha negra del carbón se dirige a Madrid. Se apoya la causa. Si durante el largo trayecto se incorporan miles de ciudadanos, bienvenidos sean. La libertad es una bandera al aire. El problema no estalla por defender los derechos de los trabajadores. El problema surge cuando algunos utilizan la violencia como coartada. Ahí sí que no. Para reconducir las aguas desencauzadas están instituidas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. El ejército se ha de emplear para otros menesteres. Los que establece nuestra Constitución.

 

El gran error es perder la calma y arremeter contra la muleta. Podemos ser toros en cuanto a fuerza bruta y nobleza. En lo que respecta a arte, temple, inteligencia y valor, toreros. Siempre toreros.

 

Un saludo.

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