RIBÉRY
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El calor del partido. La mala leche. El descontrol de las pasiones. La intención de dañar. Tantas cosas. Cuánta maldad. Qué cinismo.
Doña Elena Valenciano es la vicesecretaria general del Psoe. Mujer de armas tomar. El filo de su lengua nada tiene que envidiar a la de Alfonso Guerra de sus mejores tiempos. Conoce perfectamente la herida de las palabras y aplica en ellas el veneno que más duele.
Sus descalificaciones sobre Ribéry, el grandísimo futbolista francés, reflejan un sentimiento homófobo y xenófobo. Hacia un hombre y hacia un extranjero. Un tío feo, dice. Acaso el más feo que conoce, parece desprenderse de su comentario maligno.
La fealdad. Carencia de belleza y de hermosura. La señora Valenciano se mofa del aspecto físico del rostro del deportista. La honradez humana, la calidad de su trabajo, el derroche de esfuerzo, la nobleza de su alma no interesan a doña Elena. Qué feo. Ofende sin ver y ve para ofender. Borges escribió que “los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres". Espejos.
Doña Elena Valenciano debe mirarse en el espejo. Pero no en ese adminículo que da fe de nuestros defectos. No. Estoy seguro de que le devolvería una imagen bella. Lo que debe hacer la señora madrastra de Blancanieves es preguntar a su yo interior si el eco de su conciencia repite la pulcritud moral del señor Ribéry. En la Ilíada se habla del síndrome de Tersites para designar al hombre más feo que pisara Troya. Feo de cuerpo y de cara. No importa el sufrimiento del que está encadenado a la imagen física. Se desprecia la bondad de su conducta social. Feo como Picio.
La señora Valenciano se muestra, por mucho que después rectifique, como una pija supernova con el puñal entre los dientes. En esta sociedad de espejos, ella misma escribe en letras de molde la fatalidad de su ánimo. Ánimo de herir. Intención de matar. El odio y el amor son manifestaciones del fuego que se lleva dentro. La declaración sobre Ribéry no es de amor. Acaso ni de odio. Desprecio. Falta de aprecio. Oda a la superficialidad. Muerte de la esencia. La vicesecretaria general del Psoe ha vuelto a meter la pata. La pobre bella.
Un saludo.
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