LA DIPUTACIÓN DEL CERROJO
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Siete como si fueran setecientas. El nivel de incompetencia de los dirigentes psoecialistas de la Diputación de Huelva sólo es equiparable al elevadísimo listón en el que han colocado su desvergüenza política. Tantos ejemplos y tantas causas para tamaña aseveración se concentran en un concepto, el Palacete de la Plaza de las Monjas, en una idea, la de vivir a cuerpo de marqués, y en una intención, la de hacer de la dictadura un traje de hadas democrático.
Los profetas de medio pelo lanzaban el mensaje esperanzador de que el cambio de Petronila por Caraballo ventilaría las sucias estancias del organismo. Que a la opacidad de la señora se opondría la limpidez del caballero. Frente a la mala praxis de una presidente, el sentido común del sucesor. Ante el derroche de medios públicos de la señora Guerrero, la política de austeridad del pariente de Mario Jiménez. Ni una. Nos pronosticadores del adviento de la honorabilidad no acertaron ni en la pasta. Imaginen la cochambre de las páginas del libro.
Transparencia Internacional ha clasificado a la Diputación de Huelva, digo del Psoe, a la cabeza de la oscuridad de Andalucía. Tres mil horas de sol al año para que vengan unos vampiros e impongan el reino de las tinieblas. La oficina ha pasado de la siniestralidad al alcantarillado. Eso sí, la pandilla del puño que mustia a la rosa niega la acusación. Jamás he conocido a un réprobo que admita su maldad. Ni existe humilde que se proclame el más sencillo entre los mortales. José Martín, que pasa por cortocircuitador oficial de comunicaciones libres por la universidad municipal de Aljaraque y una de las cabezas mejor amuebladas en el triste oficio del endeudamiento público, asegura que el equipo de Caraballo trasciende lo transparente y se eleva en el rompimiento de gloria de lo cristalino. Turbio personaje el que vende como oro el latón dorado.
Si son capaces de firmar un contrato dañino para las arcas públicas; si adjudican puestos de responsabilidad a razón de su cercanía a las consignas del partido; si subvencionan a medios en base a la resonancia monocorde de las virtudes del poder; si despiezan la credibilidad moral y económica de sus opositores; si pagan sueldos desmesurados a asesores de festín y de mariscos; si hacen de la carrera funcionarial un slalom sólo salvable por los militantes del bipartito y del sindicalismo verticalizado de Comisiones y de Ugeté; si nadie sabe dónde tiran los cuartos de los contribuyentes; si rugen de ira cuando se les muestra el retrato del monstruo que son; si son capaces de fomentar un aeropuerto de cartón a precio del de Nueva York; si se mueven en ese submundo de traiciones al pueblo en paro y por desemplear; si…, entonces, qué puñeta de organismo es el presente.
No existe puerta. Ni ventanas. Una fortaleza maciza. Sin más vanos que los agujeros morales de los esbirros guardianes. Todo él es un cerrojo. El cierre al movimiento del aire. Un estado sin conciencia. La Diputación de Huelva no tiene alma. Es un robot que se alimenta de la corriente eléctrica y del enchufe. El enchufe, de cajillo. Empotrado en el muro de la indignidad. Por años. Hasta que los ciudadanos aprehendan lo que vale un peine.
Un saludo.
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