ESCAPARATE DE HUELVA. Y DETRÁS, ¿QUÉ?
Decía Goethe que el comportamiento es un espejo en el que cada uno muestra su imagen. La imagen de Huelva no es sino la forma de mostrar a los de fuera lo que los de dentro hacemos por ella. Reforzar la imagen de nuestra capital y de nuestra provincia presupone la identificación de los ciudadanos con nuestro territorio. De la misma forma que cada persona proyecta hacia los demás su propio "yo", el que interesa ser expuesto públicamente. La imagen presenta una parte de fantasía, de quimera y, al mismo tiempo, una parte de experiencia sensorial. Es, en suma, un escaparate. Un simple escaparate. Acaso la vaina refulgente de un producto de valor extraordinario o el mero envoltorio de lujo tras el cual se oculta una realidad poco grata, incluso despreciable.
La señora Petronila Guerrero, presidenta de la Diputación de Huelva y detentadora de innumerables cargos políticos, muestra con su comportamiento una imagen distinta de la que pretende irradiar con sus palabras. La falacia argumental de doña Petronila se descubre desde el momento en que confunde imagen con escaparate. El comportamiento de doña Petronila revela, como afirma el filósofo alemán, su imagen política de farsa. Los hechos son tozudos y antes se coge a un mentiroso que a un cojo. La intención de doña Petronila no es reforzar la imagen de Huelva. Su pretensión es que el escaparate de Huelva se convierta en centro de publicidad engañosa.
Que Huelva es una provincia de gran riqueza natural, cultural y económica, es una realidad, no una imagen. Que nuestra provincia está dejada de la mano de los gobiernos psoecialistas andaluces en el terreno del turismo, de las comunicaciones, de la economía, del arte, del deporte, es una realidad, no una imagen. Que nuestra provincia está azotada cruelmente por el látigo del paro, de la marginalidad, de la pobreza, es una realidad, no una imagen. Que la capital de nuestra provincia está expuesta a un gravísimo problema medioambiental y de salud por mor de la existencia de residuos tóxicos, es una realidad, no una imagen. Que Huelva se halla sometido a un movimiento neocaciquil liderado por el PSOE, que la convierte, como a Andalucía toda, en tierra de subsidio permanente, no es una imagen, es una realidad. Que los psoecialistas tiran con bala a quien se atreva a denunciar el engaño y exigir transparencia, es una realidad, no una imagen.
Doña Petronila, cuyo patrimonio personal ignoro, pero que me gustaría conocer, quiere reforzar la imagen de Huelva. Todo para Huelva pero sin Huelva, sería el lema de una política déspota y no ilustrada. El palacete de la Plaza de Las Monjas, prestado a Huelva, pero usufructuado por ella. El contrato para mostrar una imagen más vendible de Huelva, a una empresa de Sevilla, porque las de Huelva no sirven. Realidad e imagen recorren, muchas veces, caminos divergentes. Es el sino de la demagogia, de la frivolidad y de la superficialidad. Simboliza a toda una clase política ideológicamente corrupta. Retrata -el ethos- a un conjunto de personas poco agraciadas.
Durante muchos años, en numerosos pueblos de Huelva, especialmente del Condado, la gente rica, bien vestida, paseaba por un lindero de la plaza; la gente pobre, pero de alma lustrosa, por otro. No fueran a confundirse. Aquella vergüenza se reproduce en nuestros días bajo otro formato: los psoecialistas, a comer, dormir y callar; los no psoecialistas, allá ellos como se pudran. Carnet de socialista, imagen de progreso, realidad de miseria sumisa. Carnet de dirigente psoecialista, imagen de sumisa miseria. ¿Y la realidad, articulista, que la ha omitido? La realidad, lector, se dibuja en la percepción que a Vd. inspire cada uno de sus actos. Ellos no quieren mejorar la imagen de Huelva. Ellos quieren esconder tras el escaparate redecorado de la provincia la trastienda de su inmundicia directiva. Nada más. Imagen. Comportamiento.
Un saludo.
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