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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BANKIARROTA

 

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 La que fuera Caja Madrid es una ruina, un desastre, una quiebra. El producto de una gestión deficiente e incluso fraudulenta. España es un país sufridor de bancarrotas. Superarla nos ha costado riñones. Recuerden. La bancarrota de 1872 se sorteó vendiendo Minas de Rio Tinto a los británicos. Sentido del negocio por parte de unos y sinsentido de Estado. Pero bueno, era otro contexto. En cualquier caso, hemos aprendido bien poco.

 

El caso Bankia causa grima. A los dislates de otras cajas de ahorro gobernadas por forajidos de guante blanco, se une la entidad que presidió Rato. Responsable del desastre financiero no es el exvicepresidente de Aznar. Algunos mequetrefes falsarios lo elevaron a la peana como si fuera un sortilegio contra la mala suerte.  Necios. La suerte acompaña al que trabaja. La fortuna acumulada es patrimonio del que especula, de quien negocia en las lindes de lo legal o del que hace de la manipulación su arma de destrucción masiva. Los pequeños ahorradores de Bankia no son culpables del batacazo. Responsables, sí. El Banco de España tiene culpa in vigilando. En cuanto al Gobierno de Zapatero, qué les voy a contar si en el colmo de la majadería se ensoberbecía del mejor sistema financiero del mundo. La culpa de la debacle es de los gestores. La responsabilidad, compartida.

 

Alguien puede creer que la nacionalización de Bankia es la panacea. Por favor. Los activos bancarios acumulan una enorme cantidad de residuos tóxicos. Tal, que puede modificar el medio ambiente financiero y apuntar a la desaparición del sistema. La regulación bancaria ha sido el cuento de la buena pipa. En cuanto a los vigilantes de la ley, tan ineptos como los comisarios de policía a los que roban en sus narices los depósitos de cocaína incautados. En este sentido, ya no sé si el ladrón es el culpable o cómplice del servidor público. Los papeles se han intercambiado a fin de borrar rastros. Es posible que los buitres carroñeros se libren de la cárcel. Lo que es más que probable es que miles de empleados pierdan su trabajo y otros tantos depositantes sufran el mal del corralito. Sin embargo, lo que se da por seguro es que muerta Bankia, no desaparece la rabia. Miren ustedes. La banca moderna lo que menos hace es prestar. Se dedica a invertir y a especular soportando riesgos mortales. No para beneficio de los españolitos más ahorradores, sino de las águilas imperiales que gobiernan las grandes empresas participadas por esta banca.

 

Las deudas de las citadas empresas son himaláyicas. Se conocen sobradamente. Se permite a sus administradores presumir de beneficios cuando el agujero cancerígeno se observa desde el exterior. A ver quién le pone el cascabel al tigre de esa enfermedad extendida.  La bankiarrota es, en verdad, bancarrota. Y lo malo es que todos miran para otro lado. Rajoy tiene la oportunidad de frenar la hemorragia. Si busca el consenso de Rubalcaba, estará perdido. Lo de Grecia va a ser de traca comparado con lo de España. La Champion´s League se juega en campo de barbecho. Pena, penita, pena.

 

Un saludo

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