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Francisco Velasco. Abogado e historiador

TAMBORES

El caso Gürtel en el PP. En el PSOE, el caso Bono, el caso Garzón, el caso Faisán, el caso Montilla, el caso Botín. Casos. Uno dobla. Los otros redoblan. Como los tambores. Tambores con membrana. El sonido, estruendoso. Golpes de maza. A ver quién puede más.


Uno se pregunta si la tamborrada es festiva o bélica. Si los tamborileros llaman la atención sobre sí mismos o, por el contrario, alertan del patio ajeno. Los de Rajoy se están desprendiendo de las cajas por aquello de las reminiscencias cubanas, en tanto los de Zapatero tapan las congas y los bongos africanos para ahuyentar recuerdos caníbales. Populares y psoecialistas mantienen en todo lo alto el tambor militar. La guerra dialéctica se desarrolla en el campo de batalla mediático. En el Congreso, se limitan a escaramuzas más o menos hábiles.


No caben violines. Las percusiones son los sonidos. Pero de tambor. Nada de piano. Estrépito con sonido metálico. Lo que hay en juego es mucho más que una victoria electoral. La pelea está siendo sonada, pero queda si vaticinamos lo que viene.


El ritmo lo impone el batacazo económico. El tono, los arpegios de la corrupción. La música es otra. La música está compuesta por Zapatero, que gusta hacerse aplaudir por el catalanismo más grosero, el de los Montilla o el de los Carod. La letra es del Constitucional, que no termina de arreglarla, empeñado como está en satisfacer al rojo y al azul. Música y letra muy malas que interpretan cantores desafinados. Ahora quieren incluir otra maniobra de distracción al pueblo. No bastan el pan ni el circo. Los mangoneos, tampoco son suficientes. El fútbol está saturando incluso a los más adictos y los toros no levantan pasiones ni cuernos. Se precisa un plus -he dicho plus- de imaginación.


Tengamos en cuenta que el Constitucional de Emilia Casas nos puede cambiar un Estatuto por una Constitución. A pesar de estar prevenidos, la muerte sigue asustando. Zapatero teme más a Arturo que a Mariano. Del primero espera una palmadita en la espalda. Del segundo, su desprecio. Pero el ruido de tambores ensordece los herméticos tímpanos del presidente mercedario. Quiere quedar bien con todos y sabe que eso es tan imposible como que Garzón admita cualquier irregularidad o que Bono acepte reconocer su riqueza inmobiliaria. Dilata que te dilató. Virgencita, déjame como estaba. Elecciones, no, que las carga el PP. Elecciones, no. Tambores. Muchos tambores. Mientras suenen, poder tengo.


Que hay que proponer a Froilán como sucesor, adelante. Que se ha de marginar a Felipe, no reparen. Que se demande, sin ambages, la tercera república, todo vale. El Constitucional va a destapar tantas maldades, que cualquier cortinón servirá para esconder según qué vergüenzas. Se está viendo venir. Los tambores de guerra son torpedos contra la línea de flotación de la Constitución Española. Española, de España.


Constitución sobre Estatuto. Estatuto, por la puerta delantera de la Constitución. No por la puerta de atrás. Zapatero, Montilla, por la puerta de atrás, nada de nada. Por la puerta de atrás, váyanse ustedes. Llévense sus tambores. Lejos. Muy lejos. No hagan más daño.


Un saludo.

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