ERRORES DE COMUNICACIÓN
Mala cosa. Si no se acierta con el diagnóstico, el desarrollo de la enfermedad puede aparejar consecuencias irreversibles. Dice Rajoy que el PP ha cometido errores de comunicación. La primera equivocación, en la portada. El PP ha llevado a cabo, y persiste en ello, una política de comunicación errónea. No se trata de manchas en el traje de fiestas. Se asiste a una ceremonia solemne con un traje manchado.
Después de ser el hazmerreír de la concurrencia, no se puede pretender ir a la lavandería para limpiar el desacierto. Consumada la aparición pública, o te compras otro terno o programas una festividad diferente. O cambias de traje o de modelo. A saber quién tiene la culpa del asunto. Si se yerra de nuevo en esta responsabilidad, se producirá una tercera. Y así…
Vamos más allá. La discusión tampoco se aloja en el tema. Llámese reforma laboral, amnistía fiscal o recortes presupuestarios. La polémica tiene alma de copla o, como poco, de baile. Acaso no convenga lanzar mensajes a ritmo de sardana, de jota o de saeta. Lo mismo resulta más eficaz en música de jazz, en tono de hip hop o a sonsonetes de blues. Sea cual fuere el modo elegido, no cabe que don Mariano entone la recuperación económica vestido de lagarterana ni que don Montoro convenza a la parroquia cantando de la mano del Gran Wyoming. En idéntica dirección, si se deja Televisión Española en las zarpas de los halcones del zapaterismo, por mucho recital que nos ofrezca Adèle, la Uno distorsionará el canal hasta hacer de la británica una friki a lo chiquilicuatre.
El PP no aprende. Y si no lo hace pronto, le meterán el euskera como lengua del Congreso y la señora Valenciano sustituirá a Soraya Sáenz como portavoz del Gobierno real de España. A estas alturas del disparate, el desatino se agigantará si la comunicación se reduce a algunas entrevistas, conferencias o actos públicos. Es que no tienen ni idea. El mensaje ha de librarse como las batallas. En frentes concretos. Por ejemplo, en la TDT más locales sin apariencia de subvenciones públicas. A través de comunicadores de lenguaje dispar pero sencillo, bien alejados del protocolo pepero. Gente próxima al pueblo que vive en barrios del centro de la ciudad o de los suburbios. Ellos sí saben qué teclas animan a la ciudadanía y qué instrumentos son desaconsejados para montar una verbena popular.
Si Rajoy no entiende la mecánica del discurso ciudadano, añade un problema a la ristra de preocupaciones que lastran el movimiento del nuevo presidente. Y, desde luego, para empezar, un lema: esta crisis, estos recortes, estas angustias que padecemos, no nacen ahora. Son los regalitos que nos han dejado Zapatero y su banda del Psoe. Un millón de veces. Por una vez, una verdad repetida no terminará en el fuego de la mentira. Pero el chiste, que lo cuente el gracioso. Nunca el pazguato.
Eroores de comunicación, ja. Comunicación llena de errores.
Un saludo.
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