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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PROPORCIONALIDAD

 

 Desde que el arte clásico mostró su preocupación estética por las proporciones humanas, el canon se convirtió en modelo de perfección. Para cada época, claro. La proporción no es sino la disposición, conformidad o correspondencia debida de las partes de una cosa con el todo o entre cosas relacionadas entre sí. Del mismo modo que se entiende proporción, asimismo, por la igualdad entre dos razones, hasta el punto de distinguir la proporción aritmética de la geométrica. Se puede trasladar las acepciones desde una base racional a un sustrato empírico. Así podemos referirnos al canon escultórico egipcio en contraposición al griego, o al canon de relaciones entre una algarada callejera y la correspondiente actuación de las Fuerzas de Seguridad.

 

Resulta obvio que una manifestación de estudiantes pacíficos no puede reprimirse a cañonazos. Ni siquiera mediante disparos de chorros de agua. Mucho menos con porras. Sería desproporcionado. Cosa distinta es que entre los manifestantes cívicos se cuelen maleantes profesionales de la desestabilización que, mercenarios del alboroto, se escudan en los derechos y libertades legítimos para perpetrar sus insanas malevolencias. En cuyo caso, la policía debería tomar medidas oportunas que pasan, primero, por localizar e identificar a los intrusos sociales y, después, por apartarlos del grupo, detenerlos con las garantías del protocolo de actuación y ponerlos a disposición del juez. Proporcionalidad respecto a los sujetos, a los hechos y a los preceptos. No cabe duda de que si un cojomanteca cualquiera se excede en desobedecer a los Cuerpos de Seguridad, en ofenderlas, en provocar daños y en agredirlas, los agentes deberán, sin necesidad de utilizar armamento desproporcionado, reducirlo con la mayor diligencia y eficacia.

 

El comentario acerca de la desproporcionalidad trasciende las relaciones entre policía y manifestantes violentos. Se acerca al terreno de las informaciones mediáticas y al campo de las interpretaciones de los editoriales de prensa. Me explico. Si los bronquistas atizan a Intereconomía, de inmediato surgen las voces flautas de los compañeros de profesión periodística que de alguna manera justifican las agresiones por el carácter derechista de esa empresa editora. Cuando los disruptores de la paz social lanzan sus invectivas verbales y sus ataques físicos a Tele 5 o a Antena 3, por citar a televisiones que se autoerigen en modelos de moderación y de objetividad, entonces los golfantes que impiden el normal desempeño de la actividad informativa se convierten en golfos apandadores contrarios al derecho fundamental a la libertad de información. Dónde radica, pues, la proporcionalidad de estas televisiones privadas, en su bondad incontestable o en la maldad inexcusable de los compañeros. No será más sensato ubicar el mal allá en el que lo produce a sabiendas de que los golpes son más efectivos y noticiosos que las palabras y que éstas llenan más telediarios que los silencios de las masas.

 

Proporcionalidad. Razón y experiencia. Experiencia y razón. Trasladado a otro orden de cosas. Cientos de miles de andaluces están en paro. Miles de ciudadanos de nuestra Autonomía se encuentran en el umbral de pobreza. Los dirigentes psoecialistas ocupan el top 10 de la corrupción institucional. En este contexto lamentable, la desproporción entre la limpieza y la suciedad es de época. El Doríforo de Policleto sería de 231 cabezas. Para cabeza, la del Director General de Interior de la Junta de Andalucía. No sólo provoca gastos al erario público por sus asistencia a innumerables cursos, jornadas y encuentros a curso de lo que sea, sino que, al parecer, su señora esposa, que le acompañaba en estos menesteres, también cargaba a los contribuyentes su asistencia por aquello de consolidar la afectio maritalis. En este señor descansaba todo lo relativo a la seguridad andaluza. Bastaría que su santa repartiera al alimón las instrucciones para sofocar las barrabasadas de los profesionales del caos. Proporcionalidad.

 

Qué fácil es emplear el término cuando se aplica a los demás. Vayan a paseo los desproporcionados que ven la paja en ojo ajeno y lo la viga en el propio.

 

Un saludo.

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