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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LOS PREJUBILADOS

 

 El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española no contempla el término "prejubilado". De uso más que corriente, los doctos académicos no han oficializado el concepto. Bueno. Aténgase a la palabra jubilado, que es quien ha dejado de trabajar y percibe una pensión. A veces, las inconcreciones sociales y políticas de la Academia empobrecen la língüística. Y viceversa. Marchan muy rezagados los academicistas respecto a la realidad social. Allá ellos.

 Lo cierto es que ahora el Gobierno quiere terminar con las prejubilaciones y retrasar la edad de jubilación. Ahora. La medida puede ser acertada. El "qué" tal vez sea aceptable. Sin embargo, en democracia, las formas son tan importantes como el fondo. Si el Gobierno no explica el "cómo", abre un torrente de inseguridades peligrosas.

  La ley, cuando es gravosa, no puede ser retroactiva. Ahora bien: ¿a partir de qué momento cursará esa irretroactividad? Porque, en modo alguno, bajo ningún concepto, puede afectar a los ya prejubilados. Menuda se liaría. Sentada esta premisa, ¿qué vacancia concederá la nueva ley antes de su vigencia? ¿Va a ser dicho y hecho, sin contemplación de vacatio alguna? ¿Qué colectivos verán mermadas sus esperanzas legales y lógicas de prejubilación? En el caso de los funcionarios docentes, ¿se prorrogará, de nuevo, la jubilación LOGSE? ¿Y en el caso de los estatutarios de Sanidad? Con perdón del desconfiado: ¿han previsto la incidencia de esta ley sobre el paro? Muchas preguntas que deberán encontrar cumplida respuesta en la normativa que se anuncia.

 Si usted, lector, se toma la molestia de leer el programa electoral de Zapatero para la actual legislatura, acaso se sonroje, quizás se cabree, a lo peor despotrica, si lo contrasta con la cruda realidad. Lo seguro es que cualquier semejanza, es pura coincidencia. No se cae la cara de vergüenza al Gobierno socialista cuando, en 2008, prometió a los españoles que el porcentaje del desempleo no sobrepasaría el 7%. Siete. El 20, oiga, el 20. Estamos en el 20 por ciento y subiendo. No se desprenden, a trozos, pelotones pétreos del duro rostro de estos gobernantes de la miseria cuando nos aseguraron una reducción fiscal de 400 euros que, a las primeras de cambio, han abandonado. No. Qué se les va a caer si están recosidos en las mazmorras telúricas de Frankestein. A prueba de bombas. Y, lo que es más lamentable, a recaudo de humanidad.

 Prejubilaciones. ¿Se preocupa usted por eso? Por favor. Si tiene empleo, trate de conservarlo. Si ya cumplió los sesenta, milagro será que se jubile cinco años después. Si puede prejubilarse hoy, agárrese a esa posibilidad como clavo ardiendo. No lo dude. -Pero hombre, no sea tan derrotista, que nos acongoja. -Derrotista, en absoluto; el pesimista no es sino un realista informado; el optimista es, en este marasmo español, un ignorante, un desvergonzado, un estafador o un zapatero. En cualquier caso, si la ley no precisa los criterios, se va a liar la de San Quintín. Un criterio, hombre, Corbacho, que no es mucho pedir. Por ejemplo, jubilación a los 65 y/o 35 años de cotización. Por ejemplo. Entre otros. Y Pacto. Mejor que el de Toledo. Los golpes de timón de ZP son las rabietas de un niño al que se avergüenza en público. Como le han hecho en Davos.

 Estamos en carta de ajuste. La avería se ha debido a problemas ajenos a la voluntad de esta tele. Permanezcan atentos a la pantalla. Mientras tanto, escuchen la Internacional. Los parados, que no salgan de casa, tendrán tarde de fútbol. Y mañana, más. Los prejubilados, a rezar. Nos vamos a la m. A la misma puñeta, que ya estamos empezando a sufrir.

 Un saludo.

 

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