ANDALUCISTAS
El Partido Andalucista se resiste a morir. En una tierra de sentimientos “jondos”, el afecto nacionalista no arraiga ni en la epidermis del pueblo. Muchas razones, que no pueden ampararse en la brevedad de un artículo, explican el fenómeno. Ni aceituneros altivos de Jaén ni marineros bravíos de Isla. La emoción andaluza se detiene en la familia, en las vírgenes, en los cristos, en los olores a muerte y a primavera, en tantas cosas. Los andaluces nos sensibilizamos con los pobres, nos conmiseramos de la desgracia, manifestamos nuestra piedad por los muertos, la tristeza por la enfermedad, amamos con pasión a los hijos y con delicadeza a las madres, nos conmocionamos ante crímenes innobles y nos condolemos con los males propios y ajenos. Somos un pueblo de afectos que, en ocasiones, nos precipitamos en la sensiblería y un pueblo de raza que no pocas veces se deja caer, abandonado, en las redes arácnidas de su destino.
Así somos. Así hemos sido. Lo que el futuro nos depare, queda por ver. La idea de los andalucistas de instaurar un ardor político en los que no pasa de un furor de sensaciones marcadas a fuego, es todo un error. Mi respeto hacia el partido que defiende la tesis nacionalista de nuestra Comunidad. Mi aliento para quienes impulsan un equilibrio entre el peso de las tradiciones y la gravidez del progreso basado en el raciocinio y en la ciencia. Sin embargo, mi discrepancia respecto a las tesis que parten de premisas falsas. Sí a la ciencia y sí a la tradición. Sí. Lo que rechazo es la tradición disfrazada de ciencia. Y viceversa.
El Partido Andalucista no quiere seguir el camino de otras formaciones fagocitadas por la vaciedad de sus presupuestos y el totum revolutum de sus programas. En el acervo de nuestras expresiones, figura en lugar destacado la que dice que más vale una "colorá" que cien amarillas. Verdad incomensurable que, sin embargo, no comparten muchos dirigentes de ese grupo. Si son nacionalistas, su ideología habrá de decantarse por su significación a la derecha o a la izquierda o al centro. Pocos tienen claro qué posición es la del P.A. Sí se sabe cómo su tejido político se ha ido deshilachando a lo largo de los años. Sus acercamientos al Psoe han sido clamorosos. Sus conflictos con el PP, sonados. La equidistancia suele traducirse en el descubrimiento de malos agrimensores. No se trata de estar conmigo o frente a mí. El debate reside en la conveniencia de trascender a los sujetos para analizar los objetos. Qué une y qué separa por encima de con quiénes hemos de matrimoniar.
En el último programa de “Debates en Antena”, se suscitó este problema. En Niebla, tras el “golpe de estado”, -como Paco Morán gusta calificarlo-, protagonizado por el Psoe -no podía ser otro- y el PA contra el PP para desalojarlo de la alcaldía, arroja luz sobre el tema. Parece que, por motivos políticos, la nueva alcaldesa socialista puso en la calle a cuatro trabajadores que habían sido contratados, meses antes, por el primer edil del PP. Es muy posible que el despido obedeciera a motivos políticos. Igual de probable que dicha razón propiciare su contratación. En un caso y otro, la llave de la politización del empleo estaba en manos del PA de Niebla. Ojo, y repito, del PA de Niebla. Es fácil culpar a los demás por sus actos. Lo difícil, pero aleccionador, es admitir los errores propios. El PA pudo, entonces y después, gobernando el PP o el Psoe, exigir a sus socios coyunturales que cualquier contrato respondiera a un procedimiento administrativo principiado por la igualdad, la objetividad, la transparencia y la publicidad. Y no lo hizo.
En ese nadar entre dos aguas puede hallarse uno de los misterios de la escuálida remesa de votos que recibe el PA. Uno de ellos. Otro, además de los apuntados. En las filas andalucistas hay gente muy valiosa, muy mesurada y extraordinariamente honrada. Como Paco Ramos. La cuestión reside en el mensaje. Que la melodía no cala en el pueblo y que la letra deja mucho que desear. Con todo, les deseo suerte. La suerte, en cualquier caso, sólo llega cuando compramos los boletos.
Pues eso.
Un saludo.
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