LLAMAN LOS ZARES
Cuando las musas me abandonan, sustituyo la idea creadora por la finta pseudoingeniosa. Es el caso. Llamazares. El extodo de IU jugaba a zar de la izquierda y, desde su búnker blindado del Congreso, anatematizaba a la derecha al tiempo que coqueteaba con el capital. Llamazares es un vivo ejemplo de la frustración del tirano al que le han asignado el rol de demócrata. Demasiado papel para tan torpe personaje. Busca autor pero no hay quien pierda el tiempo en guiones improbables. El hombre se sentía único cuando en realidad estaba solo. Confundir soledad con singularidad puede ser una patología a tratar por psiquiatras.
En esto que don Gaspar es descabalgado de la coordinación de IU gracias al voto democrático en el que nunca creyó la ideología comunista, fanática defensora de la dictadura del proletariado. Pajaritos por aquí, mariposas por allá, igualitarismo por un lado, capitalito del otro costado. Cuatro esquinitas tiene mi cama, cuatro diablillos me dan la tabarra. Es que no se lo creen ni ellos. Lara promete la Constitución por imperativo legal. Claro, para él, la mejor constitución es el libro rojo de Mao y la sociedad más feliz es la que se somete al poder y a éste presta obediencia ciega. Claro. Reivindica la república como coartada antidemócrata. Caio es republicano como si dicha esencia fuera incompatible con el poder del pueblo. Que no, hombre, que no, que si no se es demócrata no se puede ser republicano. No les entra en la mollera a estos ventajistas discípulos de Marx.
Abierta la X Legislatura, Llamazares protesta ante su situacion de ninguneo por parte de su partido y, a semejanza del niño celoso que se manifiesta díscolo, aporrea la puerta con las punteras de sus zapatos y grita al cielo clamando atención. Se ha cabreado el apóstol de las inconsecuencias porque Lara no ha consentido nombrarlo portavoz de su grupo parlamentario. A ver cómo dará rienda suelta a su verborrea el inflamado diputado. Se comporta como el chavo del ocho: no me tienen paciencia, se queja. Pues no que me ponen detrás de Centellas y de Coscubielas. Gaspar llora con la amargura del príncipe destronado. Como me traten así, me largo. Pues anda que no me deben favores los del Psoe.
Penoso. Lo de Llamazares produce grima. De zar reinante a rey sin corona. El asturiano, residente en Madrid, protesta por todo y ante todos. Reclama protagonismo el que fuera hijo único y se rebela contra el advenimiento de hermanos en la fe laica. Con lo bien que estaba don Gaspar. No le queda otra que avivar broncas y alentar movilizaciones callejeras. En su afán por destacar, mete fuego al pajar y al ajuar. La sidra se le ha subido a la cabeza y si tiene que dejar al coloso en llamas, se hace lo que con el Windsor y, luego, a procurar la indemnización.
Llamazares, Llamazares, llamaradas, llamaradas, ascuas, ascuas, cenizas, cenizas. Ideológicamente perfecto.
Un saludo.
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