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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BALAS PERDIDOS


 En la guerra, las balas, para los soldados; las medallas para los políticos. La guerra es como la vida. La diferencia radica en que en aquélla, el homicidio es legal. -Y el aborto, articulista, qué. El aborto, lector, es una legalidad artera y desdentada que se promulga en tiempo de  guerra. -¿De guerra? Sí, de guerra fria que calientan los incapaces de enfrentarse con los más fuertes y se ensañan con los indefensos. Son balas perdidos. Gente sin remisión. Personal cejijunto y porfiado que proclama libertad en la cárcel de las ideas. Valentinas sin más interlocutor que el muro de su cocina. Balas perdidos.

 Balas perdidos de un parto judicial. Los Albertos, condenados a no salir de su pérfida prisión de caros abogados.

 Balas perdidos de la burra psoeandalucista. El Consejero de empleo de la Juntanada, contento porque el paro no ha alcanzado el millón y se ha detenido, por el momento, en 994.400 personas. Ay FAFFE de mi vida.

 Balas perdidos de la administración local psoecialista. El alcalde de la malagueña localidad de Almogía que asegura, ufano, que aquí (en su pueblo) no ha habido corrupción; sólo incumplimiento de la ley.

 Balas perdidos de malevolencia instintiva. Los voceros de la memoria histórica que acusan al franquismo, sin pudor a mentir de forma tan desaforada, de vetar la obra literaria de Lorca.

 Balas perdidos de Mortadelo y Filemón. El Jefe del Centro Nacional de Inteligencia que reconoce, ¿con ingenuidad?, el Gran Hermano de las comunicaciones telefónicas.

 Balas perdidos del marasmo de la Audiencia Nacional. Los Garzón, los Pedraz, la Fiscalía, jugando al paddle de las super chapuzas de los teléfonos intervenidos y de los piratitas del Alakrane.

 Balas perdidos del gobierno zapateril. La señora Chacón, la de los soldados monjitas y la catalanista de ocasión, desagraviando a la ministra Salgado por las ofensas del malvado y machista Rajoy, sin importarle un rábano la ineptitud propia y ajena.

 Balas perdidos de la (mala) educación de la Comunidad Andaluza. La Consejera del ramo, o del ramillete de desafueros, la impar señora Mar Moreno, no ha instruido a los Centros docentes sobre el derecho de los alumnos a no examinarse este año de las asignaturas ya aprobadas el curso pasado. Doble ración para esta Consejera, con perdón, de la PsoeJunta. Doña María del Mar dice que asistir a un pleno municipal en su pueblo, La Carolina, va por delante de su obligación de comparecer en el Parlamento regional.

 Balas perdidos de la negación leninista. Los Correa, los Roca, los Malaya, los Millet. No entienden, los pobres, la inquina de los jueces ni la repulsa de la sociedad.

Afirmaba Jaime Balmes que el argumento es la base en que descansa el sentido común. El sentido común requiere conciencia (que se piensa), evidencia (que no admite contradicción) e instinto intelectual (que relaciona idea y realidad). Los balas perdidos tienen un extraordinario sentido común. Ellos son conscientes de la posibilidad de salir adelante sin más honor que vivir a costa de quien sea.

 Eso sí, venden cara su maldad. Muy cara. El precio de la bala perdida de una pistola asesina, de una resolución infundada, de un acoso maléfico, de un qué me importa el frío y el hambre de los demás. Muy cara. Muy caros nos salen. Los balas perdidos. Y perdidas.

 Un saludo.

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