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Francisco Velasco. Abogado e historiador

COINCIDIR CON EL PASADO

 

Alfonso Guerra siempre fue uno de mis personajes favoritos. No querido, pero favorito. El que fuera vicetodo del presitodo González ha conseguido una meta difícilmente alcanzable: lleva más de tres décadas tocando las narices a cualquiera que conserve un poco de memoria. Se trata de una de las figuras políticas más desvergonzadas que haya generado nuestra amada democracia.

 

El hombre se acerca a todo cuanto huele a poder. El incendiador de las masas no ha perdido su dilección por la piromanía ni su gusto por la gracieta ofensora. Es un chiquito de la calzada que destila pus en vez de encontrar sonrisas. Antifranquista militante, el sevillano del Psoe no ha superado el revés de las imputaciones a su hermano Juan, el caudillo de los "cafelitos" de Capitanía General. Una cosa la tendenciosidad de este señor. El viajero impaciente de los aviones Falcon que pagamos todos, no ha perdido la acritud láctea en su verbo trasnochado. A falta de actividades constructivas para el país, como erradicar la corrupción o disminuir los rigores del paro o instar la honradez de Pepe Blanco, el hombre, ese hombre, se empecina ahora en matar a Franco.

 

Qué importa que el dictador muriera. Lo que interesa al diputado por Sevilla es matarlo todos los días a fin de justificar su presencia en el Parlamento. Nada preocupa al mecenas de la nada la insoportable deuda económica levantada por su amigo Zapatero, el bambi. En su horizonte de miopía racional, sólo se divisa la crispación y el libro de chistes viejos. Rajoy tiene la obligación, dice, de desenterrar a Franco e inhumarlo en lugar distinto al Valle de los Caídos. De no hacerlo, -y Felipe no lo hizo-, coincidirá, subraya el desvergonzado parlanchín, coincidirá sentimentalmente con el pasado.

 

El señor Jaúregui, aquel que fue obsequiado con un trozo de cal viva con motivo del enterramiento de los supuestos etarras Lasa y Zabala, se ha apresurado a defender que el Valle de los Caídos es una necesidad para España. Mucho más que la crisis, el paro, la deuda y la corrupción juntos. Dónde va a parar. Una vez se saque a Franco de aquel lugar, España recuperará los parámetros de prosperidad económica y de estabilidad política que tuvo durante la II República. Lo de Jáuregui es de circo en contraposición a lo de Guerra, más propio de Sálvame o de La Noria. Hasta que no se taslade al dictador de aquel lugar emblemático, no habrá reconciliación ni justicia en España, asegura el insigne vicenada. El sectarismo del ministro es mejorable, no crean. Este señor forma parte de esa hégira del socialismo hacia el psoecialismo fascisto-estalinista, pues tanto le apura la derecha como se sonroja con la izquierda.

 

Si coincidir es guerra y no consuelo, Alfonso, a qué desenterrar los muertos que lo fueron por la locura de todos. A qué, Alfonso. Por qué excavar túmulos que se cerraron y han de sellarse para siempre. El guerracivilismo prende en almas vacías de justicia y en cuerpos henchidos de venganza. Decía el genial Jorge Luis Borges que él no hablaba de venganzas ni perdones, que el olvido es la única venganza y el único perdón. La democracia nos enseña que el ciudadano toma nota de las maldades cuando le convocan a elecciones y que ajusticia a los malos con su papeleta de voto. La derrota del veintene anuncia la previsible debacle en los comicios andaluces de marzo. Acaso la pérdida de la credibilidad sea lo que lleve al encuentro de los desesperados.

 

Busca concordia, Alfonso. Reconcíliate, Alfonso, aunque sea contigo mismo. Nos harás un favor a todos. Pide perdón. A Dios, si crees. A los que te culpan de haberles impelido a votar al PP, sin duda. Pide perdón, Alfonso. No coincidas más con el pasado si no es para mostrarnos un futuro en paz.

 

Un saludo.

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