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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA GAUCHE NUE

 

 Desnuda. La izquierda. Del eurocomunismo de Berlinguer a la globalzurda de Lara. De la izquierda posible a la desunida e improbable izquierda. Un salto atrás en la calidad. Lo de Lara es de traca verbenera. Discípulo del más intransigente Gramsci, reniega del maestro y levanta barricadas contra la iglesia católica. Toma posiciones jacobinas pero no es sino un Robespierre de opereta. La única guillotina que se abatirá sobre su cuello es la ranura de las urnas veintenovembrinas. Vive en democracia pero echa de menos las checas y los gulags al más puro estilo soviético. Se pasa el derecho fundamental a la igualdad por la bufanda de su gañote a lo Valderas.

 

A nuevos tiempos, recursos distintos. El siglo XXI va a reproducir clichés decimonónicos. Las libertades huyen de la sociedad al ritmo del felipismo y del zapaterismo más atroces. Los amigos de los terroristas de Estado y los socios del cordón sanitario contra la derecha muestran sus partes íntimas llenas de llagas. Nada queda de la herencia de Marchais. Lo mismo que de la sociedad común de Carrillo. Estertores de una política que soñó con cambiar dictaduras por democracias sin saber cómo. Experiencias dolientes que se deslizaron por la pendiente de su demagogia insana.

 

La izquierda española está desnuda de valores. Mucho ruido y en vez de nueces, cáscaras. La alianza con el poder ha arrancado el velo de sus heridas. No hay cicatrices. Sí, y mucha, pus. El tripartito catalán rompe aguas e inunda de subvenciones a Roures. El rubalcabismo cose a todo trapo el himen de la decencia mil veces desflorado. Zapatero acude a su funeral en busca del llanto de algún distraído o de sus beneficiados. Eguiguren concede canonjías a los verdugos y abre fosas a las víctimas. Llamazares se coloca las ropas talares de la secta a la que ha de adherirse en breve. El Papa Guerra se prende la tiara capitalista con la fuerza del iluminado. Los sindicatos del paro disfrutan del festín de los empresarios más despiadados. Es la izquierda, estúpidos. La izquierda que prefiere la carroña del amo antes que el pan fresco del trabajador.

 

La justicia se deja en manos de sicarios. A la educación pública acuden los hijos de la derecha y de la izquierda pobres porque los vástagos de los ricos de izquierda ingresan, sabihondos, en los salones de la privada. La sanidad padece los excesos de años de rapiña y compadreo. Los servicios sociales se derrumban de forma paralela al incremento del paro. La cultura del esfuerzo que los funcionarios lideran se escurre por los sumideros de los cantos de la cigarra más molesta. Persiguen una banca pública quienes abominan del capital y quienes siembran de enchufismo las instituciones. Asaltan las televisiones de las Autonomías pero desdeñan los periódicos públicos a sabiendas de que la civilización de la izquierda pasa por la imagen y por la palabra vociferada pero no por la lectura silenciosa. La SER, el País y demás portavoces del poder izquierdoso silenciaban antes los males de los bancos entregados.

 

Treinta años de izquierdas en Andalucía han traído miseria moral y económica a la tierra de califas y tartesios. Chaves y Valderas han roto los vínculos del poder con el pueblo. En vez de lazos, grilletes. En lugar de trabajo, desempleo. No hay igualdad de oportunidades pero sí conveniencia de discriminaciones. Se cierran empresas pero se unta a administradores. Corrompen lo que tocan en la garantía de su impunidad. Los cargos públicos devienen banderas piratas.

 

En las elecciones que están al venir, los ciudadanos coincidirán en el destino de su voto. Les pido que observen las desnudeces de los partidos que se dicen de izquierdas. Despojados de su ropa, muestran la realidad de su cuerpo marcado por años de fiestas, borracheras y orgías. De ahí la crisis. La crisis económica. La crisis de valores. Analicen a la izquierda desnuda. Luego, voten. En conciencia.

 

Un saludo.

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