RESPONSABLE PRINCIPAL
José Luis Rodríguez Zapatero reconoce en un mitin de precampaña que se siente "el principal responsable ante la falta de trabajo". Tan nostálgico y débil se mostró el todavía presidente del desgobierno de España, que no dudó en abrazarse, hasta dos veces, al ministro Don Pepe Blanco, el del caso Dorribo/Derribo. Hasta dónde alcanzan la desesperanza, la inquietud y el miedo.
ZP se siente responsable y, sin embargo, no responde ni por la ruina y el paro ni por los ineptos que colocó dentro de su gabinete presidencial. Se siente responsable y el zangolotino señor no ha puesto cuidado ni atención en lo que ha hecho o ha decidido no hacer. Se siente responsable y ni ha dirigido ni vigilado las tareas a él encomendadas por la ley. Se siente responsable y ni piensa restituir, reparar o indemnizar por las consecuencias de su delito político. Por el contrario, espera con ciertas ganas su definitiva destitución para dedicarse a menesteres cuyas consecuencias se extiendan únicamente a la esfera de su persona y/o de su familia más próxima. Para responsables como este individuo o como su abrazado/abrasado Blanco, prefiero irresponsables que paguen por sus trampas.
En su diáspora de la política estatal, el descabalgado señor de las incivilizaciones sigue dejando ríos de sangre. El paro alcanzó las cotas más altas que contemplaron los siglos. La cohesión territorial boquea y agoniza. Mares de chapapote de deuda ennegrecen el futuro de la nación. La corrupción institucional psoecialista despedaza los valores patrios y dinamita el Estado de derecho. El terrorismo ha impuesto sus condiciones al Gobierno rendido. Siete años de vacas flacas han seguido, ay José, a ocho años de vacas engordadas por un Aznar trabajador, serio y riguroso. Toca rehacer lo que algunos canallas han derrumbado.
Difícil tarea. El Banco de España advierte la posibilidad de recesión. El ligerísimo avance en el consumo de los hogares y en la inversión de las empresas no compensan, ni de lejos, el recorte del gasto público. Ni siquiera el turismo sirve como tabla de salvación. Aumenta el desempleo, se seca el crédito y se pierde el poder adquisitivo de las familias. El incremento del número de subsidiados da al traste con la recuperación del consumo y de la demanda interna. Si a esto unimos el alza de la morosidad, quién va a tirar del carro de la economía. La cuestión no puede simplicarse a la dicotomía austeridad sí o no. Ni impuestos no o sí. O exportaciones más o menos.
La solución al problema comienza por determinar cuál es el dilema. El enigma no es sino un acertijo bien fácil: la responsabilidad de Zapatero en el desaguisado infernal que vivimos. Las expectativas forman parte de la dinámica de cualquier economía. La sustitución del leonés de Valladolid es prioritaria. Junto a él deben largarse al destierro la banda de sinvergüenzas políticos que le han acompañado en esta razzia maligna que ha arrasado a España. Entonces, se verá que el túnel tiene fin. A partir de esa visión, advendrá la confianza. Ya se sabe: la fe mueve montañas. Zapatero no puede liderar sino una turbamulta despendolada. Hace falta un nuevo jefe. Líbranos, señor, de Don Alfreddo, a quien no creo.
Por oposición a accesorio, Zapatero es el principal, el esencial, el fundamental responsable de la gravísima situación social, económica, política y cultural de España. Tiene que irse. Por el bien de todos, que se vaya. Si no a la cárcel, destino sobre el que debiera reflexionarse tras un proceso garantístico, sí al ostracismo. Allá donde no pueda hacer más daño el Joker de Batman. Ni el cara de avaro y usurero.
Un saludo.
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