Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

GOLFOS Y VÍCTIMAS

 

 He sido víctima de una golfería, se lamenta José Blanco, todavía Ministro de Fomento del Gobierno de Zapatero. De una golfería. Él, el gran atizador de los pillos, sufre los efectos de unos deshonestos. No se lo cree nadie. En el totum revolutum de los desvergonzados de la política, Blanco se encarama a una de las posiciones más cercanas a la cúspide de esa pirámide faraónica. Había procurado mantenerse en posiciones de base pero, como se coge antes a un mentiroso que a un cojo, el pilluelo ha saltado hasta la cima en un quítame allá esa gasolinera.

 

Blanco, la víctima negra. Se destina al sacrificio porque se arriesgó en obsequio de su partido. Sufre daños por culpa ajena. Angelito. Será que se hace la víctima y sus quejas buscan desesperadamente a la Susan compasiva que se apiade de sus desdichas. Algunos medios han publicado datos poco concretos sobre el patrimonio acumulado -acaparado- por este muchachito que un día salió de un pueblo de Lugo, mano delante y mano detrás, y rindió pleitesía en Madrid, coronado como todopoderoso jefazo del clan de los psoecialiñas. Milagrosa ascensión a fe mía.

 

Dícese que posee un chalet de lujo en elitista urbanización de la capital de España. Que accedió asimismo a la compra de una vivienda en el litoral gallego. Que sus niños, los pobres, se ven privados de sus derechos a ingresar en la escuela pública y, mohínos y pesarosos, acuden cada día a un centro docente bilingüe, o trilingüe, por culpa de Esperanza Aguirre, que es que la tiene tomada con él. Pepe Blanco es uno de los más eximios pensadores de esta España en la que la universidad se reserva para los que desayunan en el esfuerzo y cenan en la austeridad, mientras el partido que fundara Pablo Iglesias se constituye en cueva de promoción política y económica de trepas promiscuos. Ay, mi José Blanco. De la nada al todo y de lo absoluto al relativismo más cruel. Parece que lo han pillado con las manos en las masa de sesenta millones de pesetas.

 

Eso sí, Blanco niega el alborear. De lo poco que aprendió en la escuela de ideas de Jesús Caldera, fue el negar la mayor, rechazar cualquier acusación, blindarse ante toda evidencia. Leninista de método pero zarista de privilegios. Bolchevique de lengua y redomado burgués de praxis. Lo que sabe este Ministro. Se reboza en harina de mercadillo fraudulento y aparece como un pan clerical. Santificado a divinis. Sólo que esta vez lo han fotografiado con el carrito de los dorribos.

 

En tanto de su boca emergen palabras de dolor, entre sus sílabas le delatan bisbiseos teatrales. Golferías. Gol el que le han marcado por chulo y ferías de las fechorías que ha soltado a mandobles. Con lo fácil que es acercarse al Juzgado y endosarle una denuncia penal por calumnias al acompañante casual de la causalidad más lubricada. Una denuncia. Si ha sido maltratado por un golfo, denuncia al canto y que se deje de historietas de tebeos y de milongas de arrabal bonaerense. Cuando se levante el secreto de sumario y pueda acceder al contenido exacto de las declaraciones de Dorribo, entonces querella que te crió. Mas déjese de gaitas gallegas y acuda, presto, a reivindicar su honor. Dé la cara, hombre, muestre su figura con o sin lentes. Vístase por los pies como hacen los hombres y las mujeres que llevan pantalones.

 

Por último, tome una tacita, el culito de una, del vinagre que hizo engullir a Camps. Si tiene un poco de valentía, siga el camino que señaló a su adversario valenciano. No le vamos a tener ganas. Con la que lió. Con la que lía. Con la que arma. Al final, va a resultar que la víctima era el golfo y que el golfo era la víctima. En fin, el cazador de jirafas cazado por un venado. De vena.

 

Un saludo.

0 comentarios