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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LABERINTO DE INFORTUNIOS

 

 Juan de Mena escribió en el siglo XV “El laberinto de Fortuna”. Los griegos consideraban a Fortuna la diosa de la buena o de la mala suerte. Sin embargo, preferían asociarla con el fasto y con lo fértil en contraposición a la adversidad del infortunio. En esta obra de tránsito histórico, el autor reflejaba cómo las ruletas del pasado y del futuro son inmóviles en tanto la del presente se muestra en constante movimiento. Delante de la Fortuna, el laberinto. Complejidad intencionada para confundir a quienes se adentren en su interior. Especialmente difícil si analizamos el laberinto barroco plagado de adarves y con una sola vía correcta para salir del mismo.

 

La España de principios del siglo XXI es un laberinto ultrabarroco cuya salida no ha sido encontrada. Multitud de vías muertas obstaculizan el camino y obligan a volver atrás. Una vez y otra y otra. El ayer y el mañana no se mueven. Ya, ya.

 

La Banca es, por sí misma, un dédalo infernal. Cambia las paredes del trayecto en plena caminata. Las reglas del juego se modifican a placer porque los grandes príncipes de las finanzas predeterminan quiénes atravesarán la encrucijada de callejuelas sinuosas. Por si acaso algún Gobierno pretende regular los parámetros de su recapitalización, Botín hace declaraciones admonitorias y aboga por un mayor celo en la supervisión. Y, por supuesto, advierte, de cargar con más impuestos a la Banca, nanay de la China. Zapatero ya se ha enterado de la dimensión del aviso. Rubalcaba rechaza, con la boca chica, como un susurro, y mirando al infinito, las presiones. Rajoy sigue en su puesto sedente del umbral hasta que pase el cadáver del enemigo. Laberinto de posiciones que desembocará en la Fortuna de los más ricos.

 

Laberinto de Fortuna de los tiranos y de los demagogos. El ministro del Interior -léase Psoe- ha ordenado a la policía que libere a los dos individuos que penetraron en el domicilio de Esperanza Aguirre, o séase, el PP. Dónde está la misma vara de medir respecto a aquellos dos manifestantes que nunca agredieron a Bono, La noche de los valores no tiene sol que ilumine. Oscuridad. Para luz, la de las linternas del partido/secta que ocupa el poder. Fuera de ese artificio lumínico no cabe otra realidad. Es la caverna de Platón. Las sombras son reales.

 

Sin embargo, para infortunio laberíntico, el de la conferencia de paz que han parido los bilduetarras y otros fantoches del extranjero llegados. Si Eguiguren es del psoecialismo vasco, perdonen, pero más parece un infiltrado de Josu Ternera en las filas de Patxi López. Con todo, para desgracia, la de Rubalcaba. Sí y no y todo lo contrario. Ante las estupideces malignas del presidente del Psoe vasco, el candidato empalador respeta el albedrío de su conmilitón y correligionario político. La tormenta perfecta es aquella que se proyecta en pantallas de tres dimensiones sin necesidad de gafas al hoc. Zapatero ha hecho su fortuna personal a costa de dejarnos a los españoles en el centro de un tornado que parece no tener fin. En su maníaca personalidad de aparecer como hombre de paz, se humilla ante los asesinos y vilipendia a las víctimas, encumbra a los verdugos terroristas y entierra a los familiares de los asesinados. Nos pone grilletes en las manos y bozales de cuero impiden el movimiento de los labios.

 

A falta de acierto, ensayos repetidos con fracaso seguro. Algún día, conseguirá su propósito. La dictadura volverá y los españoles comenzaremos la dialéctica de los hierros, de las balas y de los garrotes. En ese instante, los conferenciantes de la paz de una guerra que nunca existió, nos dirán a todos, como tontos de solemnidad: os lo dijimos. No queríais que ETA y la Banca se salieran con la suya, pues ahí tenéis el conflicto. Con lo cómodo que es disfrutar la paz de los cementerios.

 

Un saludo.

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