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Francisco Velasco. Abogado e historiador

SE JUBILA

 

 A veces, me decía Antonio, hemos de querernos un poquito. Mi amigo también se quiere. Pero muy de tarde en tarde. Ahora, sexagenario, se jubila. Deja el trabajo que ejerció durante cuatro décadas. Ama, me dice, su oficio aunque abomine de horarios y burocracias. Ya es hora, insiste como si quisiera remachar que su decisión no es un error. Es hora. Tiempo de "candalitos" y no estrés es tres, tres. Octubre y cuatro. Clave y requisito.

 

Dice que siempre quiso ser honrado. Acaso sea mi único mérito, apunta. Desecha la idea del dolce far niente. A su edad, eso sería perjudicial para una persona criada en los entresijos de la pluriactividad. Sin embargo, sé que intentará dosificar esfuerzos. Pensará en los nietos que, alguna vez, sus hijos le regalen. Y tratará de compensar cuanto se privó antaño.

 

Atrás, pero cercanos, quedaron, porque la memoria los conserva felices, los recuerdos del Calasanz calañés y de los onubenses del que fuera José Antonio, del impar Vázquez Díaz, de la entrañable familia "donanita", del recio Neruda, del fuentepiña juanramoniano, y del cariñoso León Ortega.

 

Se jubila. Mi amigo se jubila. Brindo por él. Por que su felicidad sea completa. Me insiste que agradezca a todos quienes contribuyeron a enriquecerle su trabajo y su vida. Dicho. Hecho.

 

Sus amigos, sus hermanos, sus padres, sus "IgnaGuilleGonza" y su mujer siempre estuvieron. Y están.


 

Un saludo.

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