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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FINAL TRISTE

Triste. Amargo. Previsible sin embargo. No podía ser de manera distinta. La calle se apropia de la convulsión política. Los debates se crispan y la bronca hace acto de presencia. El estruendo de las voces apaga la razón dialéctica. La marabunta avanza sin cese ni pausa. Parece que las erupciones de El Hierro se alimentaron del empacho de la mentira nacional.

 

El país se rompe. El territorio se fragmenta. Los frutos económicos languidecen y mueren. La sanidad y la educación sufren severos recortes. La cultura, eso qué es. La ciencia se refugia en el Hola. El cine parasita a la tele. España es un concepto erróneo.

 

De nuevo emerge la palabra hueca. Que no hay recesión, vuelven los de siempre a la carga. Una desaceleración diagnosticada y de rápido control. Los idus de noviembre traen malas noticias. O buenas, según se mire. Parece que Rubalcaba se hará el harakiri y Julio César Rajoy va a evitar el apuñalamiento traidor del Bruto de Ferraz. De nada servirá la patraña de la anticrisis. Todos los poetas de la mentira se han encerrado en el club de La Moncloa. Apología de la náusea y epopeya de la miseria. Náusea provocada por el engaño de un contrato marcado por el miedo y la violencia. Miseria que radica en la situación de los compelidos a adquirir pese al condicionamiento insuperable. Los estafadores, a lo suyo. Obstinados en seguir vendiendo la recuperación. Pasan olímpicamente de la dimensión de los daños.

 

Cómo será la cosa que a Gürtell le liberan de la millonaria fianza. La instrucción de Garzón muestra una pésima educación investigadora. Los procesados del Psoe se alinean como menhires de carne y hueso ante los magistrados de las audiencias. Ansia de que la vida recupere su normalidad. Pero qué es hoy lo normal. De tanto sumergirnos en el barro, hemos dejado de creer en la acción limpiadora del agua. Huimos de la lluvia que arrecia para refugiarnos en los soportales incómodos y sucios. En vez de explicar las causas, se justifican mal los efectos. La duda y la sospecha difuminan la imagen de la certeza. Se lanzan titulares de presunción de inocencia al tiempo que los periódicos manipulan la letra chica de los culpables.

 

Añoro los actos nobles y pido la cara descubierta. No será posible. No.

 

Un saludo.

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