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Francisco Velasco. Abogado e historiador

FUNCIONARIOS CUMPLIDORES

 

 Rosell, el presidente de la patronal, ha malogrado una gran oportunidad para callarse y no decir tonterías. Una magnífica oportunidad. Pero no. Se le calentado la boca a don Juan y se ha puesto a arreglar el país. Sin ayuda. Su receta mágica es la de cargarse a los funcionarios incumplidores. En un país en el que la política se supedita al olimpo económico, el empresario catalán culpa a los más débiles de los males del Estado. Caen mal los funcionarios. Muy mal. La leyenda negra se cierne sobre ellos desde épocas inmemoriales.

 

El “vuelva usted mañana” que Mariano José de Larra acuñara hace dos siglos, sigue teniendo plena vigencia. Es muy posible que Rosell no haya leído al genial escritor, pero algo habrá escuchado sobre el particular. Funcionarios, dice. No alude a empleados públicos. A todos los introduce en la misma bolsa de desempleo. Con especial saña a los incumplidores y a los prepotentes. Lo hace, sin embargo, con tan escasa fortuna, que cuelga a todos ellos el mismo sambenito. El bombero de un consorcio provincial es un chulo. El médico de la seguridad social, un expendedor de recetas inútiles y caras. La profesora de su hija, una cantamañana sin recursos. El guardia civil que vigila las fronteras, un presunto colaborador de los narcos. Se pone uno a enumerar actividades y no se salva ni el sursum corda.

 

El pobrecito hablador retrataba a una sociedad. Rosell se fotografía a sí mismo. No se digna a mirar la callada labor de la enfermera de la UCI. Ni al celador que empuja camillas por los pasillos de un hospital saturado. Tampoco se detiene a calcular la eficacia del maestro de pueblo que itinera entre escuelas a cambio de un mísero salario y a costa de un gañafón por carreteras imposibles. Qué decir del policía nacional que arrastra sus pasos entre delincuentes detenidos y puestos en la calle un par de horas después. O de los jueces que se resisten a las presiones de los gobernantes y no ceden al chantaje de los bilduanos. Debiera referir la hazaña de los administrativos que sobreviven entre el acoso de unos jefezuelos nombrados a dedo y el mileurismo de su triste paga. En cuanto a quienes rigen los destinos de las cárceles de nuestro país, ni mu.

 

Todos los colectivos laborales del mundo tienen garbanzos oscuros. Todos. En el universo empresarial, no andan huérfanos de esta horda. Para tres emprendedores honrados, cuántos son explotadores. Los incumplidores, señor Rosell, no son los funcionarios. Los prepotentes visten trajes de mil euros y habitan áticos de millón. Suelen ingresar merced a una influencia. Militan en partidos y en organizaciones sociales en las que se eternizan. Acostumbran a hacer uso de sevicia perpetua. En nada coadyuvan a la prosperidad general pero son peritos en generar dividendos privados.

 

Incumplidor y prepotente lo será usted, señor Rosell. No sabe arreglar sus cuitas y quiere reparar levedades ajenas. Los funcionarios son gente honrada. Y garante. Si tiene lo que se ha de tener, antes de proferir majaderías, señale con nombre y apellidos. Comprobará, no estupefacto, que los identificados son gente conocida o familiares de. Ya verá. En cuyo caso, deberá meterse la lengua en salva sea la parte y, a partir de ahí, a ver si con las subvenciones millonarias que le da el Gobierno, es capaz de crear uno o dos puestos de trabajo.

 

Un saludo.

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