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Francisco Velasco. Abogado e historiador

ADIESTRAR

 

Los magnates de la política, que los hay, y muchos, se esfuerzan por sacar adelante sus consignas. Son los prolegómenos de un proceso más complejo pero diseñado bajo el paraguas de la ingeniería social. Los rascacielos de la política se planifican en conciertos previos al levantamiento del acero y del cristal. Ellos hablan de educación pero en realidad quieren decir adiestramiento. La diferencia semántica es notable. Se adiestra para amaestrar o, en el peor de los casos, para domar. Cual animales. A base de palo o bajo la espada implacable de la necesidad. Behaviorismo puro y duro. Conductismo en sentido inhumano del término. Se adiestra. No se educa. Todo lo contrario.

 

Educar comporta desarrollar las facultades intelectuales y morales. Encauzar las potencias racionales en pos de una dirección aunque ésta coincida con una doctrina. No implica, sin embargo, la exclusiva de perfilar los sentidos. El adiestramiento se mueve en este ámbito. Los ciudadanos no somos perros. Por más que los amos del poder nos traten como a tales.

 

Tres alcaldes, tres. Sujetos de una escandalosa derrota electoral, por incapaces e ineptos, son premiados con cargos públicos a los que jamás hubiesen accedido en una sana competencia objetiva y en un plano de igualdad. Del Ayuntamiento a la Junta. Del suspenso al premio. Del paro al empleo cualificado y mejor pagado. Uno, a Obras Públicas. Otro, a Agricultura y Pesca. El tercero, a Educación. Carrerones los suyos. Campeones del slalom a los principios de igualdad, mérito y capacidad. Números uno en la especialidad de adiestramiento en docilidad. Conducidos desde el chalet de Mario y Javier y conductores desde sus nuevas fuentes de fortuna.

 

Roma no compensaba a traidores pero el PSOE beneficia a sus leales. Al menos, a los más sobresalientes entre los incondicionales condicionados. No sea que la lengua eleve el precio de su fidelidad. Amaestrados por la militancia y adiestrados por sus patronos. Escuchan la campanilla y babean a la espera de la pronta comida. Tilín, baba y a jamar. El de Obras Públicas no es arquitecto. Ni siquiera un eficiente y probo albañil. Sus estudios ni sus competencias básicas le condujeron por el mundo de la construcción, salvo para arramblar pisos y chalets. Al de Agricultura y Pesca no se le conoce cualidad en este campo, salvo que guste del buen yantar y del mejor libar. Con dinero público, por supuesto. Con factura trucada, desde luego. Y en cuanto al de Educación, ay.

 

La Educación es punto y aparte. Manantial de cursitos de formación y depósito de dirigentes amortizados, Educación es el paradigma de la mala praxis. Que el nuevo titular en Huelva es maestro, muy bien. Que es profesor de primaria, mejor. Que ejerza como tal, eso es otra cosa. Desertor de la tiza y prófugo de la enseñanza, comprendió que no hay mejor instrucción que la que se nutre del adiestramiento. Pues no ha vivido bien gracias a ese aprendizaje conductista. El hombre va a regir los destinos de los profesionales de la enseñanza en Huelva. Lo mismito que su antecesora. Ésta aprendió en un plis plas que si quieres ser, hay que saber estar. Que la independencia es una asignatura impropia en la facultad de Ciencias psoecialistas. La disciplina de partido es la troncal obligatoria. El Decano es el Centusí. O tragas o no creces.

 

Con todo, los tres nuevos delegados no son sino pulgas del circo de la oscuridad. La luminaria por excelencia es la candidata a seguir malgobernando la Diputación. La señora conoce como nadie el valor del sí y el precio del no. El miedo a romper amarras sería causa de males innumerables. La ley de la omertá se impone en formaciones mafiosas y totalitarias. Está adiestrada para morir por el partido. Educada para servir al interés general, eso qué es. Qué es el bien de todos en comparación con el bienestar propio. Los más perros son los más fieles. Pero únicamente a sus amos. Bien adiestrados que son. Y están. Un lujo de valor. Señor, señor.

 

Un saludo.

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