CINISMO DE IZQUIERDA TOTALITARIA
Todos somos griegos. La cultura clásica de los siglos IV y V anteriores al nacimiento de Cristo lo es por ser modelo no superado. En el marco de la riquísima filosofía helena, la escuela cínica consideraba que la felicidad radicaba en una vida conforme a la naturaleza y que la civilización no era sino un mal que embrutecía a las personas. De ahí, el desprecio a las riquezas y a lo material en cuanto gérmenes de corrupción de costumbres y de vicios.
Dos mil quinientos años después, la tesis se mantiene. Sin embargo, el cinismo se ha cargado de tal lastre de falsedad que su definición pasa por el arco de la desvergüenza en el mentir o en la defensa de acciones y/o doctrinas vituperables. Los cínicos representan el culmen de la impudencia y de la más descarada obscenidad. Cínica es la izquierda política y cínicos los que manejan los títeres de la sociedad. Son hipócritas que fingen cualidades o sentimientos contrarios a los que verdaderamente tienen o experimentan.
Paco Díaz Ojeda, alcalde de Bollullos Par del Condado, fue destacado miembro de Izquierda Unida de su pueblo. Hasta que, harto de la suciedad interna de su partido, se levantó con la elegancia del noble de espíritu y se despidió con un adiós muy buenas. El Paulo de Tarso que cayó del caballo de los tejemanejes y asumió la travesía de un desierto temible. Díaz Ojeda ha lanzado una carga de profundidad contra los submarinos locales de Valderas. Ahora, los miembros de la secta de los niños de Diego exigen la dimisión de Carlos Sánchez, el todopoderoso regidor socialista al que encumbraron a la alcaldía y de cuyas hazañas fueron, de algún modo, cómplices. Ahora, los cínicos izquierdosos se cubren la cabeza con el manto de la honradez y, sin hacer ruido, no sea que la bestia se enfurezca, dan la espalda a quien otrora fue su aliado.
Tarde pero a tiempo. Los tribunales de justicia han dado un pescozón público al Psoe y ha fotografiado, como un legendario Pierre Choinière, a la plana mayor de IU en Huelva. Dónde está mi admirado Pedro Jiménez que no lo veo. Cínicos redomados antes. Hipócritas indecentes hoy. Sin embargo, cuando la conciencia es frágil y el ansia de poder incontrolable, la semilla de la enfermedad prende y germina con rapidez inusitada.
Es cuestión de tiempo y de firmeza. Si la juez Alaya no desespera y resiste los cantos de sirena de los malvados, más de uno va a caer en las redes de la ley. De la ley, que no de la justicia. Si ésta existiera, todos los implicados en la golfería de los Eres o de Invercaria estarían, ya, en la trena, aunque fuera de forma provisional por temor a la destrucción de más pruebas o por riesgo de fuga. En la cárcel. Como el chavalito que roba seiscientos euros y no tiene padrinos para impedir la privación de libertad. Si esto ocurre, seremos testigos del nivel de cinismo y de hipocresía de esos filósofos de pacotilla que son los de Izquierda Hundida. Hundida, precisamente, por la canallería de algunos de sus dirigentes.
Éstos han probado las mieles del capitalismo burgués y se dan unos lotes en privado que ni les cuento. Cómo será su instinto, que, a veces, no pueden reprimirlo y dejan captar sus imágenes en banquetes pantagruélicos pagados con dinero del pueblo. Faltaría más. Lo dicho: cínicos, hipócritas y, lo que es peor, totalitarios.
Un saludo.
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