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Francisco Velasco. Abogado e historiador

COMANDANTE

Lo del comandante me hace gracia. Bueno, es que no paro de reírme. Millán no ha comandado en su vida política. Ha mandado. Ha cursado órdenes. Ha decretado normas. Ha estatuido. Ha dispuesto como sabía, quería y aunque no pudiera. No es el subcomandante Marcos de México. Su insurgencia, acaso, podía ser contra la democracia pura. Se creía demócrata pero disfrutaba del grado militar. Alcalde de Cartaya. Gobernó la localidad costera onubense con la fuerza de los votos y por abusar de ella, los ciudadanos terminaron retirándole los sufragios. El pueblo soy yo, cual regidor sol. Es el sino de los iluminados. Y de los déspotas.

 

El 22 de mayo se está convirtiendo en un crisol de libertades y en un cernidor de dictadores solapados. Los cartayeros han remitido un mensaje a su antiguo comandante. Se acabó la confianza del pueblo soberano. Es el turno de otro. Aunque sea sargento. Aunque sea un civil. Aunque su carisma sea menor. Aunque sea honrado y sirva al pueblo y no a los “masnovoas” de turno. Millán conserva el rango pero ha perdido el honor. O alcalde o nada. O dicta o no copia. O protagoniza o no “camea”. De concejal de a pie, tururú. De suboficial, tarará. De tropa, jajajá.

 

La derrota electoral de Millán ha dolido especialmente al Psoe de Huelva. Ha sonado el cornetín del desastre. Las trompetas del apocalipsis han desplomado las murallas del Jericó millanista. Perder seis de los once concejales es demasiado afrentoso. Millán ha quedado peor que Bono y Barreda juntos. Ha tenido que ser un socialista de verdad, que no posecialista de interés, el que haya venido a restaurar la importancia de la honradez en la gestión. El problema no es el socialismo humanista. La lacra es el psoecialismo corrupto. La raya que delimita en la ciudad cartayera un término del otro se llama Juan Polo. No necesita grado militar. Le basta ser vecino y ciudadano. Humilde, deja la oposición municipal y accede al gobierno del consistorio. Millán es víctima de su soberbia. Apeado de la poltrona edilicia, renuncia a sus deberes secundarios. Quería ser general y ha sido degradado, por el pueblo, a la condición de soldado raso y, disgustado, abandona la milicia y tira el uniforme.

 

No se le reconoce, laméntase, los cinco lustros de lucha por el interés general. Se queja de la ingratitud del pueblo. Se confunde. En democracia, el pueblo es el rey. Y el rey tiene en su voto cuatrianual el poder de decidir quién ha de representarlo. La última legislatura ha sido un camino de desatinos. No se podía seguir hollando ese carril. A la calle. Con él, Novoa.

 

No se marchan con una mano delante y otra detrás. Qué va. Todo lo contrario. Tal vez llegaran de esa forma. Hoy salen de otra bien distinta. ¿Alguien cree que el partido no les va a recompensar los méritos acumulados? El negocio de los transportes y de las aguas genera dividendos probados. De esa empresa, no se van. Mantienen el poder. El objetivo es mandar. Comandante está bien como literatura con gracieta. Capitán General es MASY FENADISMER.

 

Qué tienen que decir. MAS Y FENADISMER. Por lo menos. Más, mucho MAS. Es que me muero de la risa, de la guasa y de la ghiasa. Co-mandan. Millán y Novoa. Comandan. Comandante Che Millán. Que ghiasa.

 

Un saludo.

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