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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL ESPADÓN

 Hoy, sábado, se constituyen los nuevos consistorios tras las elecciones del 22-M. Cuando este comentario salga en el blog, habrán transcurrido 24 horas desde que se escribió. Desconozco, pues, el sentido de los pactos suscritos por Izquierda Unida. Me da igual en Huelva que en Oviedo. IU es el clavero. No obstante, la clave es la base social. Su clave. No me la creo. Ya verán por qué.


Abrir expedientes sancionadores es una labor administrativa propia y reglada. El expediente como arma ofensiva es cosa distinta. La amenaza realizada por la cúpula provincial de IU a sus dos concejales de Almonte es una clara intimidación. Ediles ambos que, autorizados por su base social, han decidido apoyar al candidato del PP a la alcaldía de la localidad onubense. Expediente de expulsión que se sigue sin juicio contradictorio porque así interesa al jefe de la tropa impelido a ello por el oligarca del Psoe. Feo asunto. Mal negocio. Espadones que lideran golpes de estado contra el pueblo soberano.

 

El fundamentalismo latente de los dizque partidos de izquierda aflora en momentos de debacle y luce ostentoso descubriendo los pactos de retroceso social. Dios los cría y ellos se juntan. Actúan como los jueces eclesiásticos que condenaban a los sospechosos de heterodoxa fe. No indagan para comprobar la realidad. Sencillamente condenan prescindiendo de las garantías del procedimiento. Las libertades y el progreso se encierran en el negocio de las bandas más violentas.

 

Se castiga a los rebeldes. Se vapulea a la militancia. El carácter asambleario de Izquierda Unida es pasado por la piedra. A la cúpula de la organización, el sentir del grupo le importa un pepino. Aplican disciplina como látigo y no como instrucción. Hacen observar las leyes internas a costa de pisotear los derechos individuales. Instrumentan la política como una fusta de cáñamo con la que azotan a los discrepantes. Prefieren conservar el contrato ilícito antes que denunciar la villanía de la parte incumplidora. Bajeza tras bajeza.

 

Francisco Bella no puede ser alcalde. Izquierda Unida de Almonte ha mostrado el lado limpio de la política de pueblos. Como antes hicieron sus compañeros de la vecina Bollullos, han preferido llegar a un acuerdo con la derecha antes que entregar el bastón de tortura, digo de mando, al alcalde del Hotel El Coto. Hasta dónde no llegará el hedor del partido de Bella que la propia izquierda se rebela contra su continuidad.

 

Pedro Jiménez, anclado a su impostura postelectoral, mantiene su discurso demagógico: "me importa un carajo el Psoe y me importa un carajo el PP, lo que me importa es la base social que vota al Psoe, la clase humilde y trabajadora que se ha sentido engañada por las políticas de derecha de los socialistas". La clase humilde, Pedro, se siente traicionada por los que defienden alianzas fascistas. La clase trabajadora, lo que queda de ella, está ofendida por los que se amarran al salvavidas de las tiranías. Un discurso que se jacte de preservar al pueblo y que abomine del pueblo a la hora de la verdad, define a un déspota. Y a un déspota no ilustrado por más que sea especialmente culto. La Ilustración es la superestructura ideológica de la Revolución. Ésta es protagonizada por los ciudadanos que se hartaron de ser súbditos. Los líderes recogen los frutos pero no participan en el vareo. Demasiado esfuerzo. Escasos riñones.

 

No se sorprenda, en fin, Pedro, de la crisis que Vd. mismo ha provocado. Despertó muchas esperanzas. Culminó en su campaña electoral una legislatura de auténtico líder. Logró el voto de muchos desencantados de la izquierda. Alcanzó un gran éxito en las urnas. Ahora devuelve mal por bien. Pues claro que no está haciendo las cosas bien. Faltaría más. Se lo estamos transmitiendo quienes hemos ponderado su hombría cabal y su política honrada. Es el turno de los reproches. Nada más aleccionador que la autodisciplina. Es el vestíbulo de la rectificación. Rectificar, Pedro, es corregir las imperfecciones, errores o defectos de algo ya hecho. Entregar el poder a unos dirigentes psoecialistas corruptos, es un golpe de estado a la democracia, un atentado a la moral y un insulto a la inteligencia. Sea el poder municipal, el provincial o el celestial. A los golpistas decimonónicos se les denominaba espadones.

 

Para espadón, el de Loja. Donde, maldicen, la que no es eso, es coja.

 

Un saludo.

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