PINZAS Y ALFILERES
La pinza. Instrumento cuyos extremos se aproximan para sujetar algo. El alfiler. Clavo metálico muy fino, que sirve generalmente para prender o sujetar alguna parte de los vestidos, los tocados y otros adornos de la persona. Los lingüistas no definen, sin embargo, el concepto en su dimensión política. Pinza es, para el Psoe, el término que descalifica a los dirigentes de IU del PP en tanto firman un acuerdo de extremos ideológicos para sujetar y controlar a los felipes y zapateros que en ese partido han sido y son. No les gusta el pacto a quienes persiguen el monopolio de la concertación zafia. Alfileres son, para el grupo/banda de Rubalcaba, la débil unión que sostiene el peso de un discurso poco prendido.
Pinza y alfileres. Con papel de fumar se la cogen los dirigentes masculinos del postzapaterismo. El formidable avance electoral del equipo de Rajoy y los más que notables progresos logrados por los comunistas a pesar de Caio Lara y de Llamazares, contradicen frontalmente el varapalo que los electores han propinado a las huestes del partido psoecialista. Los discursos casposos y aculturados del coordinador general de IU hieden a rancio. La izquierda española de Pedro Jiménez puede ser tan social como la derecha de Pedro Rodríguez. Matices. Simples alfileres separan una ideología de otra en las políticas de estas formaciones. La derecha conserva tan escaso número de fascistas como la izquierda arrincona a los estalinistas más retrógrados.
España necesita pactos de progreso. El progreso ha de transitar, necesariamente, por autopistas de confianza. La confianza se cultiva en el abono de la honradez. La honradez se alimenta del agua clara de la filantropía. La filantropía es la religión de los laicos. Los laicos entienden a los religiosos en el ámbito de la libertad de ideología y de expresión. Por encima de partidos y de caducas ideas segregadoras. No veo posible una entente de Rajoy con el revanchista Valderas. Sin embargo, es muy probable el entendimiento político entre los Pedros Jiménez y Rodríguez. La virtud de las personas se trasluce en la moral de las mismas. Cuando dos “politikon” apuestan referencias comunes, sus comportamientos regirán actividades de interés general. Todo al servicio del pueblo porque el voto de la gente así lo demanda.
En Zalamea la Real, Marcos Toti ha conseguido mayoría simple. A base de juego limpio y de gestos probos, Marcos ha sido profeta en su tierra. No ha dispuesto del bagaje que hubiera deseado para gobernar en solitario, es verdad. Pero no es una pena. Más bien una alegría. El regocijo de mostrar y demostrar que su ideología política es compatible con la política ideológica de sus compañeros populares. No hacen pinza contra nadie. Ni cosen un vestido de papel. Buscan el consenso que les llevará a la buena praxis de gobierno en su localidad. Como ocurre en Bollullos. Todo lo contrario que preconizan Valderas o Lara.
Marcos Toti tiene las cualidades morales y la habilidad suficiente para ser el mejor alcalde de Zalamea. Por encima del personaje genial que creó la fructífera pluma de Calderón de la Barca. El honor barroco se funde en el oro de su palabra. La paleta de Rembrandt consigue ascuas de luz que se imponen al claroscurismo de Caravaggio. La obra de arte no está al alcance de cualquiera. Únicamente de los que aproximan el trabajo a la creatividad y de quienes hacen del deber una devoción.
Marcos Toti se encuentra en esta élite, en el seno de esta aristocracia de la honestidad. Zalamea se beneficiará de su categoría humana. Ya lo verán. La tenacilla está en el tejado de Zapatero. Con ella puede castrarse la soberbia o caparse sus mentiras.
Un saludo.
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