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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA JUEZ (AT)ALAYA

 

Es la atalaya una torre edificada en lo más alto a fin de descubrir un vasto espacio. Sin embargo, la atalaya designa asimismo la posición desde la que se aprecia bien una verdad. Por extensión, la persona que procura averiguar lo que sucede. Podríase pensar que (at)Alaya es una juez predestinada a este apellido. Pero, ¿y Alaya? ¿Tiene Alaya algún significado? El término, acuñado en una escuela budista de la India, se puede traducir por conciencia acumulada. Alaya refiere la conciencia básica.

 

Juez alaya y atalaya. Doña Mercedes Alaya tiene conciencia y busca la verdad. En un mundo hostil, se abre camino entre la maleza a golpe de resoluciones. Sin pausa. Cómo si no desentrañar una maraña interminable de corrupciones urdidas y desarrolladas en la propia Administración que se atribuye a la Junta de Andalucía. Cómo si no enfrentar el rodillo imponente del partido que sustenta al Gobierno que ayer fue de Chaves y que hoy regenta, de forma interina, Griñán. Cómo si no.

 

Adentrarse en la selva de los expedientes de regulación de empleo es una aventura singular sólo posible en ciudadanos muy especiales. La selva está llena de peligros humanos fauniformes con apariencia de serpientes “cobra”, de la temida especie subvenciones. Mortales de necesidad. Un paso en falso y los venenosos reptiles te pasaportan a un mundo mejor. La valentía de la juez es mítica, equiparable a las heroínas de novelas más románticas. Pocos se atreverían siquiera a avanzar unos metros en arenas tan movedizas. Mercedes Alaya, sí. Juez con alaya y atalaya.

 

La Consejería de Empleo que dirigiera Antonio Fernández y a cuyo frente han puesto a Manuel Recio, está en el origen de lo oscuro. Los chicos del Desempleo han concedido ayudas, durante el último decenio, a quince EREs “muertos”, cuyos pagos, ya liquidados, han beneficiado a casi setecientos trabajadores. Los intrusos se cuentan por centenares. Desde la distancia y desde la objetividad, la juez no se deja perturbar por mosquitos ni por fieras. Está capacitada y es capaz. La hidra de las consejerías está contra las cuerdas. Dicen que ocupa el despacho desde el que, veinte años atrás, su colega Ángel Márquez investigó las turbias andanzas de don Juan Guerra, el hermanísimo del vicepresidente primero más poderoso que jamás conoció esta democracia.

 

Mar Moreno, consejera de Presidencia, tuvo que cambiar el discurso oficial y admitir que 700 millones de euros de dinero público se han volatilizado por arte de magia. Ese dinero sale del Presupuesto de la Junta de Andalucía, en concreto, de una transferencia de financiación de explotación que la Consejería de Empleo realiza al IFA. La jungla de asfalto y de cristal aguarda. Alaya, juez, no se confía. Está sola. No se arredra. Mujer. Conciencia. Verdad.

 

Un saludo.

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