LECTORES Y ELECTORES
Confieso mi admiración por las personas que hacen de la lectura un placer. Admito la influencia de los libros en mi vida. Me enseñaron cosas que la calle no pudo mostrarme. Al cabo, la universidad no radica ni en un foro ni en el otro. La experiencia no es sino el hecho de haber sentido, conocido o presenciado algo. Requiere una práctica prolongada y una absorción de las situaciones vividas. La lectura ayuda. Nunca es un fin en sí misma. De serlo, el analfabetismo orgánico y funcional dejaría en fuera de juego social a millones de personas. Item más. En la antigüedad, se denominaba lector al clérigo que se ocupaba de enseñar a catecúmenos y neófitos los rudimentos de la religión católica. También de leer el pasaje de las Escrituras sobre el cual el obispo predicaría a sus fieles. Lectores. Que no electores. Leer no comporta elegir. Ni viceversa. Por más que la “e” cribe el significado de estos conceptos.
Las elecciones de hoy, 22 de mayo, pueden regalarnos lecciones a tener en cuenta. La lección de la elección. La elección de la lección. El juego de palabras nos invita a reflexionar. Estamos ejerciendo un derecho único en la vida de las personas. Un derecho y una libertad. En ambos casos, un hito que, durante años, se nos hurtó a muchos que peinamos canas. Leer para elegir es un síntoma de acierto. En la era de internet, ver y escuchar, antes de votar, puede resultar determinante. La ciudadanía es sujeto de derechos políticos que repercuten en el gobierno de su territorio. La calle le aporta conocimientos acerca de la gestión de los alcaldes y concejales. Sin embargo, no cualifica el voto. Si acaso, lo subjetiva como una realidad empírica. Se precisa raciocinio, crítica, comparación, cotejo, contraste, verificación, que tienen su asiento en los medios de comunicación. En los medios. No en los afines a los partidos más poderosos.
22 de mayo. Jornada electoral. Les invito a leer, siquiera por encima, la prensa del día. No se queden en los papeles impresos que sufragan los propios partidos a fin de enaltecer sus logros y descalificar al adversario. Relacionen unos con otros. Examinen y compulsen. Una vez tengan las ideas claras, diríjanse a la Mesa que les corresponde. Seleccionen la papeleta correspondiente al partido cuya oferta le satisfaga más atendiendo a lo que hacen/han hecho y al desajuste posible con lo que harán. De esta manera, advertirán la cojera extrema de algunos mentirosos.
Permítanme un ejemplo. Este señor que les escribe votará al partido político que esté poco concernido por la corrupción, que no haya generado caldo de cultivo para cosechar cinco millones de parados, que no se empecine en fracturar a España, que rechace el enchufismo, que condene las mariscadas y las comilonas a costa de los pobres contribuyentes, que no recorte el sueldo de los funcionarios, que no ponga en peligro la pensión de los jubilados, que no jure en falso, que no dé empleo a sus parientes y amigos. A ese partido capaz de no mentir, de no engañar, de no embaucar, de no estafar, será a quien entregue mi voto. El sufragio será para el que venga a servir al pueblo. Servirlo de verdad.
Hoy puede ser un gran día. El éxito radica en creer en uno mismo y en creer en los demás. El escrutinio final arrojará unos resultados. Unos se regocijarán y otros se condolerán. Es la democracia. El pueblo ha sido soberano por unas horas. Aunque se equivoque en la elección, el pueblo es el que manda. Ésta es la gran conquista de la democracia.
A los lectores y electores,
Un saludo.
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