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Francisco Velasco. Abogado e historiador

HEREDEROS DEL FRANQUISMO

La propaganda nacional psoecialista es el rayo que no cesa. Desde el gabinete central de Ferraz, todo está bajo control. Que sube el paro, caso Gürtel a toda página. Que la deuda acrece, Garzón a todo trapo. Que Zapatero arrastra su impopularidad, ETA que te crió. Que las encuestas cantan el avance de los populares, artisteo masivo a la calle. Que el descontento se generaliza, pasta para Méndez y Toxo. Que la situación amenaza tsunami social, fútbol por un tubo y programas basura a espuertas. Al milímetro. Los medios afines o engordados por la larga mano del Gobierno se encargan de repartir manteca. Son maestros en el arte de la propaganda. Genios de hacer de la mentira propia, verdad y de la verdad ajena, mentira absoluta.


Goebbels no lo hubiera hecho mejor. Ni mucho menos. Ni Hitler hubiera soñado con el despliegue del Gabinete Zapatari. Las cosas ruedan tan mal al presidente narciso, que un “onceeme” no puede sacarse otra vez de la chistera iraquí. Olería demasiado. El asesino siempre vuelve al lugar del crimen. No. Poco ingenio para tanto talento maligno. Otra cosa. Otro hecho impactante capaz de distorsionar los sondeos y de modificar la basculación del voto. Saben que para comer ranas cocidas, lo mejor es echarlas vivas en un gran recipiente de agua fresca. En su ambiente. Los batracios, en su salsa acuosa. Paulatinamente, el fuego. Cuando quieran darse cuenta del calor, éste ya será definitivo. Las ranas habrán quedado atrapadas en el engaño de su propio medio. Como hacen con los ciudadanos. El PSOE trata a los españoles como ranas de experimento. Los sociólogos del doctor Mal saben de la rebeldía del pueblo cuando se les obliga por las malas. Igual que conocen la docilidad ovina de los españoles si se les trata con mansedumbre.


Herederos del franquismo. Es el lema. Los dirigentes del partido Popular son los hijos y nietos de la dictadura. No se les seca la lengua repitiendo mil veces el mensaje. Ni se les sonroja la pétrea faz de estafadores cuando atribuyen a los de la derecha unos orígenes que se producen en la izquierda. Basta mirar los ecos de sociedad de la infancia de Zapatero, de Felipe González o de Griñán. Entre tantísimos otros. Raigambre azul falangista o caqui militar. Cómo lucían aquellos hombres y cómo mostraban a sus hijos en sus endogámicas reuniones. Fastuosa sociedad aquella.


Goebbel sistematizó sus postulados propagandísticos. El PSOE los ha perfilado y enriquecido de tal manera, que los del alemán han quedado obsoletos. El enemigo único no es ya el PP. Lo es el franquismo, que se corporeíza en Rajoy, Aznar y los suyos. Simplificación, transposición y contagio de un solo golpe. Tres en uno. Franquismo del PP. Desarrollada la primera parte, un nuevo “hat trick” goleador: desfigurar hasta el chascarrillo el éxito del enemigo pepero, vulgarizar el mensaje para que se olvide pronto el éxito ajeno, y orquestar el ataque dialéctico de forma que la sinfonía parezca de Mozart aunque la compusiera Macaquito de León. Felizmente resuelta la segunda parte, lo demás es coser y cantar. Acusar sin freno, envenenar sin tasa, silenciar a los mensajeros oponentes y difundir, con reiteración torturante, que si el PP gana las elecciones, Franco resucitará entre los muertos e impondrá una nueva era de terror y de apocalipsis.


En ese momento supremo y sublime, roturada, abonada y regada la tierra, seleccionada la semilla más perniciosa y aislado el campo, chantatachán, chantatachán, se recoge la cosecha. Unanimidad. Si no todos, la mayoría admite como verdad la mentira. Victoria de la falacia. Auge del desvalor. Triunfo de la iniquidad. Franco retorna. Pobre España.


Lo dicho. Nos hacen creer que el paro es mentira, que España no se rompe, que la economía marcha viento en popa, que el gobierno de Zapatero es honrado y eficiente a carta cabal, que esto es jauja y que los demás somos unos jilipuertas. Si nos la meten así, tal vez en lo último acierten. Tal vez.


Un saludo.

 

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