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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL GARANTE DE LA LEY

 

El Fondo de reptiles no da abasto. El suelo se hunde por el peso y los reptiles afloran. Se rasca un poquito y, hala, puñado de culebrillas, víboras y alguna que otra pitón. La historia interminable de la corrupción incluye un apéndice en el asunto de los expedientes de regulación de empleo. Para que la mierda, con perdón, se extienda y parezca que en la sucia charca se han bañado todos, el Psoe está dispuesto a declarar intruso a todo bicho viviente. Si es del PP, mejor. Si no, de IU aunque sea uno que pasaba por allí. En la cloaca del saqueo continuado y de la continuidad depredadora, Chaves enmudece. Griñán, que él no estaba. Viera, cuidado con Viera, que llama cabrón al que se atreva a señalarle. Fernández, en su bodega privada. Recio, a tapar los boquetes para que el dinero no se escurra a su través. Qué partía de golfos se juntan a pesar de que dios no los cría.

 

El garante. En derecho, el garante tiene la función de detectar cualquier violación de los derechos humanos, indicarlo a la autoridad correspondiente, mediar en su caso, procurar un acuerdo y amonestar cuando deba. En este contexto, los delitos de omisión encuentran su hueco para la punibilidad. Sea el delito de omisión propia o impropia, el elemento común es el “no hacer”. El “no hacer” constituye la omisión que realiza el responsable de salvaguardar el bien jurídico, estando obligado a ello. No se trata de un comportamiento pasivo. Consiste en abstenerse de comportarse como tiene el deber de actuar. El funcionario, por ejemplo, encargado de custodiar o de fidelizar documentos y, sin embargo, ni los custodia ni da fe de ellos. O el policía que, a la vista inmediata de agresión a una persona, hace la vista gorda y se fuga en dirección contraria.

 

La Delegación de Empleo competente en los EREs tiene la obligación de revisar los documentos con la exhaustividad y el conocimiento que la normativa prescribe. La Dirección General de Trabajo ha de insistir en esa exigencia de cumplimiento. La Consejería de Empleo se responsabiliza solidariamente de la correcta realización de cuanto incumbe a sus subordinados jerárquicos. En Andalucía, ni una de esas tres instituciones personificadas en los señores Rivas, Guerrero y Viera o Fernández, han hecho lo que la ley les encomienda en aras al bien común de los ciudadanos y de respeto a la Administración Pública. No es que hayan infringido una norma prohibitiva, no. Su infracción recae en una norma de mandato: el mandato de que la documental de un ERE responda a la requisitoria que la ley explicita para este proceso.

 

El deber de vigilar el proceso sobre los EREs hubiera conducido, con facilidad, a detectar las irregularidades y los intrusismos. Sin embargo, las pruebas demuestran que la culpa in vigilando se traslada a la culpa in negligendo. No ha habido sólo falta de vigilancia sino gravera de negligencia en tanto no se ha querido vigilar disponiendo de medios para ello. De ahí se deduce que no se puede hablar de versión culposa o imprudente. Ni hablar del peluquín. Dolo. Intención de omitir. “Animus infringendi”.

 

Dolo ex ante. Dolo ex post. Ex ante, porque como el propio sr. Guerrero confesó, existía un fondo de reptiles. Ex ante, porque se ha acreditado la omisión en decenas de casos hasta constituir toda una trama, toda una conspiración para delinquir. Ex post, porque aflorado el escándalo, el garante institucional debía haber dado muestras irrefutables de su diligencia al denunciar el saqueo al que altos cargos de la Junta estaban sometiendo a la Hacienda autonómica. Ex post, puesto que el garante parlamentario rechaza una comisión de investigación que coadyuve a desentrañar la miseria humana que se escuda detrás de instituciones públicas. Ex post ya que ni Chaves ni Griñán quieren asumir su propia responsabilidad política y, en vez de tener un rapto, un impulso, de decencia, se atrincheran entre los resquicios de legitimación que la democracia les regala.

 

Con garantes como los nombrados, para qué queremos avales. Hasta ayer, garantía era confianza, certeza y seguridad. Hasta ayer. Desde hoy, garantía no existe. En la Junta del Psoe, no. Insolvencia e iliquidez. Se sospechaba, se denunciaba, se criticaba. Hoy se demuestra. Garantes de larga mano. A la calle con ellos.

 

Un saludo.

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