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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA IZQUIERDA SE REMUEVE

 

 Se revuelve y se agita. Cuando la izquierda moja su ideología bizcochable en el chocolate espeso de la derrota democrática, toda ella se embadurna de insano betún. Es un axioma. No importa el lugar, la fecha, la religión o el clima. Verdad que no precisa demostración. Va a misa. Lo mismo ocurre cuando la demagogia gana el partido a la democracia. La razón del voto nunca puede ser suplente en el partido de los pueblos. El banquillo no es sitio para sensatos. El fomento de los sentidos más sensuales y el sonido de la música más ligera puede gustar mucho a casi todos. Sin embargo, el estribillo fácil vende mejor que la novena sinfonía.

 

Los Gobiernos totalitarios siempre han caido en la tentación de recordar las circunstancias que hicieron posible su llegada al poder. Musolini y Hitler escarbaron en la bajuna económica para convertir sus figuras tiránicas en cantos de cisne del comunismo. Lo mismo que Lenin y Mao repitieron hasta la ronquera los desmanes del capitalismo. Elemento común de estos regímenes, la dictadura más repugnante y, con ella, el pisoteo de las libertades y de los derechos individuales. Unos y otros se funden en la boñiga infesta de sus propias deposiciones.

 

En España, el Gobierno democrático de Aznar ha provocado heridas en el partido psoecialista que nunca cicatrizaron. El hundimiento del Prestige no bastó a los de Zapatero. La campaña de la Guerra de Irak fue insuficiente para apartar a los electores de su intención de seguir votando a los populares. Atocha tuvo que ser. Zapatero se subió en esa estación. El leonés tuvo mucho cuidado, sin embargo, en recordar el atentado como leif motiv de su triunfo electoral. Mucho cuidado. Sí echó toda la carne al fuego de Irak, en una cabriola del recordatorio fáctico, para atraerse los aplausos del pueblo a su política inane y a su fantoche talante. Atocha fue la consecuencia de Irak. Zapatero, el almuédano de los islamistas radicales. Todo lo que contribuyera a atizar el odio contra el del “bigotito”, era manipulado con especial alumbramiento por los boys de la araña negra y del faisán.

 

La crisis es siempre el detonante que sublima las ansias delirantes de los dictadores. Ahora que la ruina tiene contra las cuerdas a los demagogos que irrumpieron en los andenes del sur madrileño, ahora, digo, los del Psoe tiran de su extenso repertorio propagandístico y de su amplio fondo de armario de violencias. Ahora, insisto, ante la inminencia del revolcón de las urnas en las municipales, los modos ya no se reprimen y el talante ofrece su verdadera faz. Toda una panoplia de actitudes recientes servirían de concausalidad a lo que se viene explicando. Todo un rosario de hechos noticiados sirven de base al anterior aserto. Con todo, me detendré en uno que explica hasta qué punto la tensión crispante y la crispación tensa constitúyense en las armas de destrucción masiva que tan ligeramente manejan los de Rubalcaba.

 

La agresión al Consejero de Cultura de la comunidad murciana es el ejemplo. Le han partido la cara. Tres individuos le han agredido. Hasta la fecha, la policía rubalcabiana no ha efectuado detención alguna. Cuando José Bono fue supuestamente agredido -en realidad, nunca se mostró ni se demostró el ataque-,  la reacción del zapaterismo fue contundente. En pocas horas se metió en chirona a unos ciudadanos que, poco después, fueron puestos en libertad porque su inocencia era indiscutida. En Murcia, no. No. Porque en Murcia, el Gobierno es del PP. Si estuviera en manos de los de Pepe Blanco, qué les digo. Ni siquiera cabría agresión. Y de producirse, cielo, tierra y mar serían escudriñados hasta encontrar a los autores.

 

No digo que los agresores pertenezcan al Psoe. Sí que son ultras de la llamada izquierda fascista. Y sí que mientras la sangre que corra sea la de gente del PP, nada pasa. Eso es una vergüenza. Los ataques al PP por parte del Psoe son un atentado a la justicia y a la ley. Las personas tenemos el deber, la ineludible obligación, de exigir que se respete el estado de derecho y de reclamar que la ley se aplique igual a todos. No valen silencios. La izquierda derechizada que el Psoe es, puede tener patente de corso. Esa patente debe serle retirada. Por asepsia democrática.

 

Un saludo.

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