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Francisco Velasco. Abogado e historiador

LA SOTANA DE CARLOS HERRERA

 

El conocido periodista busca sotana. Abotonada hasta los pies. Fue mucho el regate que el presidente Zapatero, tuercebotas por antonomasia, le propinó. Le coló el balón entre las piernas más de dos veces. Patético el radiofonista. Qué manera de no meter la pata. Miedo, señor Herrera.

 

Don Carlos Herrera es un magnífico torero de salón. Imprime a su capote una amplia gama de colores y de posturas. Pinturero al muletear, perfila demasiado antes de que se note la descomposición del cuerpo enhiesto. Desde la barrera de las ondas, luce más el antiguo locutor de Radio Sevilla. La pluma se viste de seda cuando se asoma al palco escrito del ABC. Crítico mordaz, alcanza altura si de mostrar gracejo se trata. Con la muleta, es otra cosa. La entrevista al personaje público poderoso es una asignatura pendiente del famoso escritor coplero. Nada nuevo nos descubrió en su entrevista radiada del pasado martes en La Moncloa. Mantiene la forma sevillana del señorito andaluz pero no abandona el canguelo currorromerista cuando toca enfrentarse a un victorino.

 

El victorino monclovita está herido. Cientos de banderillas adornan su lomo y la sangre se desparrama por su testuz. Ni así. Inválido el astado, inútil el mataor. Zapatero se regodeaba en su mentira de cobijo junto a las tablas. Herrera lo citaba de lejos, no sea que se escapase una corná. El cornúpeta, las cejas circunflejas, tomaba aire y sus mugidos hacían retroceder al manolete de las ondas. Hasta el paro era una buena noticia. Pero hombre..., protestaba desde lejos el espada. El resoplido de la res tornóse bramido y el lidiador sudaba por todos los poros. Vale, le acepto lo del paro como éxito de su Gobierno, musitó bañado por la orina de su insuperable terror.

 

Carlos Herrera se tragó el estoque de la creación de empleo, echó fuego por la boca como fakir de tres al cuarto, se descalzó como platanito y hasta se arrodilló por haber puesto en duda la política etarra de Rubalcaba y los suyos. Excepcional el desplante. Enorme Carlos cuando despachó el natural de la supresión de los 426 euros con la pértiga que le facilitó su mozo. Muy bien, presidente, muy bien. Menos dinero y más cursillos de formación. Que aprendan. Que estos parados malgastan en vino, tabaco y malas mujeres el caudal del subsidio.

 

Que si va a presentarse como candidato a las próximas elecciones generales, mi Zapatero, acertó a enhebrar la húmeda mientras ponía cara de póker. ¡Qué! Palideció el diestro. No, señor presidente, si es por saciar la curiosidad del vulgo. A ver, por mí como si quiere reinar, digo gobernar, veinte años más. Nada. Me presentaré si me da la gana. Aunque mi ganadería pierda las municipales y las autonómicas, este par que dios me ha dado decidirá en su momento, por convicción y no por circunstancias, si me presento. Y si me presento, que Rajoy se prepare, que va a temblar más que este estoqueador de vía estrecha. Oiga, es que los acoquino.

 

Del copago, plis. De la ley antitabaco, plas. De la pobreza generalizada, plusplasqui. De la desvertebración de España, nanay. De la deuda pública y del déficit, que dené. Y de los toros, que por él no se hubiese prohibido la fiesta en Cataluña. Por él. Con maestros como este no hay toro que pase por el matadero.

 

Una sotana para Carlos. Una armadura para Herrera. Toledana. Chau, chau, Carlos. Chau.

 

 

Un saludo.



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