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Francisco Velasco. Abogado e historiador

BOLLULLOS, PAR

 

 Par, de alta dignidad. Bollullos, par del condado de Niebla. Igual. Nobleza de Huelva. Alcurnia. Distinción. Bollullos, par.

 

No podía ser de otra forma. Cuando las llamadas fuerzas de derecha e izquierda deciden unirse en pos de la moral y de la ley, alguna razón de peso se desvela. No vale el pacta sunt servanda para atrancar la puerta de la transparencia. En Bollullos, se dio un ejemplo de honradez política cuando se retiró la confianza al alcalde socialista del Psoe. No hubo un pacto de transfuguismo. Fue un acuerdo pro-natura de la observancia de la ética. Los hechos han dado la razón a los ediles bollulleros.

 

Con un par. La señora juez de la Palma, también del Condado, ha dictado Auto de procesamiento del exalcalde psoecialista de Bollullos. Parece que ha podido incurrir en el delito de prevaricación. Parece. Hasta que el Auto no sea firme, no es posible hablar de juicio. Una cosa es evidente. Que la Juez ha resuelto en ese sentido. Otra cosa es palmaria. Que el Psoe mantiene su línea de hacer y no rectificar. Una tercera cosa es obvia. Que Mario Jiménez niega la luz del día. Por último, en fin, que el destituido alcalde de la ciudad se aferra a las cadenas de la falta de decoro para retirar su candidatura en las inminentes elecciones municipales. Tantas cosas.

 

La catadura de las personas se mide en términos de comportamiento. La categoría de las organizaciones, en unidades de decencia. Los líderes políticos se someten a la crítica del pueblo en virtud de sus acciones públicas. Si en Bollullos se va a procesar al señor Sánchez, los bollulleros ya lo condenaron al quitarle la máxima representación de su municipio. Una roja es mejor que cien amarillas. La roja es la coloración de la sangre y del esfuerzo del trabajador. Las amarillas son las coartadas de los delincuentes que quieren justificar con vanas palabras su desvergonzada actuación.

 

Ya fue imputado. Ahora puede ser procesado. Mañana, acaso, acusado. Al cabo, tal vez condenado. Por último, puede acabar reo. El exalcalde. Con él, sus cómplices políticos. Cuánto hay que ocultar para soportar la mancillación pública. Lo propio de los déspotas ilustrados siempre fue el todo para el pueblo pero sin el pueblo. Lo común a los déspotas no ilustrados es todo para mí que al pueblo ni agua. Listillos. Prevaricadores. El exalcalde, todavía, no. Por el momento, no. Le presumimos inocente penal.

 

Inocente político, no. Políticamente, su inocencia deja mucho que desear. A ver si el nuevo año trae un poco de respeto a algunos dirigentes. Un poquito.

 

Un saludo.

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