EL DESAIRE DE LAS PRIMERAS ESPOSAS
Lo de ZP es un problema. Se cree todo lo que dice. Hace como si lo creyera. Tantas cosas. Lo del derecho de igualdad es una de las más hirientes. Robin Givhan escribe, en The Washington Post, un artículo que, traducido/traicionado, podríamos titular como "El desaire de las primeras esposas".
Michelle Obama se postula como anfitriona de las esposas de los participantes en la próxima reunión del G-20. El club de las mujeres perfectas. Zapatero viaja a Estados Unidos con su esposa y con sus hijas. Familia que viaja unida permanece unida. Todos somos humanos. Todos somos dignos. Todos somos iguales. Todos, no. Ni hablar.
Salvo Merkel y Kirschner, los dirigentes del G-20 hombres son. La tradición de las cónyuges se mantiene. Como en tiempos de Franco. Cuando el presidente español adopte el aire solemne del estadista, que no es, o sostenga la voz severa del filósofo, que no puede ser, o componga el discurso programático de su política, que improvisa, o converse en la lengua de signos con sus interlocutores, que sí saben inglés, entonces, mientras tanto, en ese ínterim, su esposa será agasajada por la anfitriona esposa de Obama.
El marido, en su trabajo. La esposa, de solícita ama de casa. Las hijas, compartiendo play station con las del líder norteamericano. Igualdad. Progreso. Socialismo a la medida. Igualdad de hombres y de mujeres. Igualdad de trato entre hombres y hombres y entre mujeres y mujeres. ¿También Moratinos se lleva a su parentela? ¿Y el piloto del avión? ¿y los periodistas que acompañan al presidente? Igualdad.
Bibiana, ministra. Mucho aborto. Mucha publicidad. Mucho boato. Mucha propaganda. Mucha mentira. Mucho engaño. Todo el engaño. Refería la jovencísima ministra, cargo al que no ha llegado por méritos distintos a su militancia psoecialista y a sus anclajes con los más rancios prebostes del partido casi único, que "si toda crisis representa una oportunidad, la oportunidad del cambio ante esta crisis está en vosotros, los jóvenes". La ministra Aído. Los jóvenes tienen la oportunidad de Bibiana. La tienen. Es más posible que probable. Es tan difícil que raya lo imposible. No importa. Bibiana se cita como ejemplo. No es que ella sepa cómo salir de la crisis. Los jóvenes, tampoco. Desde el fracaso escolar, menos. Desde el desempleo, peor. Desde la marginalidad que les rodea, imposible.
Dime de qué presumes y te diré de qué careces, reza el refrán. Balzac, el Balzac que esculpió Rodin, admitía que la igualdad podía ser un derecho, pero convertirse en hecho se revelaba inalcanzable. Del dicho al hecho, hay un trecho. Zapatero se queda en el dicho. Es el rey del dicho. Dicharachero el presidente. Dicharachero. Él sabe, como enfatizaba la gran Margaret Thatcher, que cuando se concede a la mujer igualdad con el hombre, se vuelve superior a él. Para que no se note, Sonsoles le acompaña a Estados Unidos. Pero con sus hijas. Para que ella, la madre, las atienda. La cena hecha para restaurar el desgaste del incansable líder. Igualdad. Zapatero. Bibiana. ¡Qué broma!
Un saludo.
Michelle Obama se postula como anfitriona de las esposas de los participantes en la próxima reunión del G-20. El club de las mujeres perfectas. Zapatero viaja a Estados Unidos con su esposa y con sus hijas. Familia que viaja unida permanece unida. Todos somos humanos. Todos somos dignos. Todos somos iguales. Todos, no. Ni hablar.
Salvo Merkel y Kirschner, los dirigentes del G-20 hombres son. La tradición de las cónyuges se mantiene. Como en tiempos de Franco. Cuando el presidente español adopte el aire solemne del estadista, que no es, o sostenga la voz severa del filósofo, que no puede ser, o componga el discurso programático de su política, que improvisa, o converse en la lengua de signos con sus interlocutores, que sí saben inglés, entonces, mientras tanto, en ese ínterim, su esposa será agasajada por la anfitriona esposa de Obama.
El marido, en su trabajo. La esposa, de solícita ama de casa. Las hijas, compartiendo play station con las del líder norteamericano. Igualdad. Progreso. Socialismo a la medida. Igualdad de hombres y de mujeres. Igualdad de trato entre hombres y hombres y entre mujeres y mujeres. ¿También Moratinos se lleva a su parentela? ¿Y el piloto del avión? ¿y los periodistas que acompañan al presidente? Igualdad.
Bibiana, ministra. Mucho aborto. Mucha publicidad. Mucho boato. Mucha propaganda. Mucha mentira. Mucho engaño. Todo el engaño. Refería la jovencísima ministra, cargo al que no ha llegado por méritos distintos a su militancia psoecialista y a sus anclajes con los más rancios prebostes del partido casi único, que "si toda crisis representa una oportunidad, la oportunidad del cambio ante esta crisis está en vosotros, los jóvenes". La ministra Aído. Los jóvenes tienen la oportunidad de Bibiana. La tienen. Es más posible que probable. Es tan difícil que raya lo imposible. No importa. Bibiana se cita como ejemplo. No es que ella sepa cómo salir de la crisis. Los jóvenes, tampoco. Desde el fracaso escolar, menos. Desde el desempleo, peor. Desde la marginalidad que les rodea, imposible.
Dime de qué presumes y te diré de qué careces, reza el refrán. Balzac, el Balzac que esculpió Rodin, admitía que la igualdad podía ser un derecho, pero convertirse en hecho se revelaba inalcanzable. Del dicho al hecho, hay un trecho. Zapatero se queda en el dicho. Es el rey del dicho. Dicharachero el presidente. Dicharachero. Él sabe, como enfatizaba la gran Margaret Thatcher, que cuando se concede a la mujer igualdad con el hombre, se vuelve superior a él. Para que no se note, Sonsoles le acompaña a Estados Unidos. Pero con sus hijas. Para que ella, la madre, las atienda. La cena hecha para restaurar el desgaste del incansable líder. Igualdad. Zapatero. Bibiana. ¡Qué broma!
Un saludo.
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