Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

ZAPATERO, EL FELINO

 

Lo revelan los papeles de Wikileaks. La felizmente desterrada del Ejecutivo, la señora De la Vega, está muy ofendida por estos papeles. Sin embargo, ZP está feliz el hombre. Felino. Así calificaban su habilidad y astucia para la trepa política. Felino. No un tigre. Ni un leopardo. Ni una pantera. Menos, un lince ibérico. Gatito. La habilidad y la astucia de ZP es la del gatito bonito que acosa al dulce canario de la jaula de oro en casa de la abuelita. Gatito de dibujos animados. Durante muchos años, vivió de este cuento de la sonrisa beatífica. Hasta que se descubrió su verdadera personalidad. ZP es un felino con muy mala leche política. Un acomplejado de su ignorancia que suple con petulancia su falta de recursos.

 

Maestro de la ficción, sus historias son lineales. Su discurso, procaz, enfundado en sedosa entonación verbal. No escribe. Por eso, no escribe. Fuera de su meliflua disertación, se aprecian los vacíos y las carencias de un mensaje equiparable a la vaina de las habas. El fruto de otros se coloca en la funda del primer ministro. Se cree la Nuria Espert de la oratoria hispana y no es sino un mal sucedáneo de Castelar. Felino de papel coloreado.

 

Gatito rosa que se viste de rojo para simular su flaqueza. Cuanto más empuja el rubor de la izquierda, más deja ver la atrofia de su personalidad. Pura imagen en pantalla reflejada. Ni siquiera de carne y hueso. Holograma antiguo. Qué si no es su inasumible alianza de civilizaciones. Entelequia fruto de una calenturienta mente que se abstrae a fin de no aceptar la  concreta miseria de su propia realidad. Qué si no su vehemente afán por recuperar la memoria histórica. Maldad que resulta de sus demonios familiares que gritan en la noche de Walpurgis. Qué si no la mano que mece la cuna del desencuentro español. En Madrid rinde al PNV lo que Patxi López niega en el País Vasco a Urkullu. Qué si no su alfombrada conducta ante el sultán. Qué si no su odio frenético al Partido de la Oposición. Qué si no.

 

Su comportamiento en el conflicto de los controladores aéreos nos ofrece un ejemplo de su capacidad de desaparición fantasmagórica. El gatito se ha quitado de enmedio. No sea que su carita deje entrever el lobo feroz, el monstruo despiadado, que anida en su interior. Gatito, en cojines mullidos. A dar la cara, el doberman blanco y la negra araña. Guardia pretoriana de un cónsul gatuno al que sirven y al que utilizan para gozar de las millonarias canonjías del poder que hoy ostenta y mañana -mañana- les será esquivo. Lo del estado de alarma es una vergüenza. Que no epata, pero sí arrebata de los ojos las vendas.

 

Nadie está exento de sorpresa en el mundo de este mamífero carnívoro. En la desmesura de su caligulesca gestión, concede y retira. A los enemigos de España, más que a los que luchan por construir el país. Ahora ha cancelado la subvención de cincuenta mil eurazos que, antes, regaló a una Asociación marroquí que, no ha mucho, propuso estrangular económicamente a Ceuta y Melilla y, ha poco, ha organizado una nueva Marcha Verde para reivindicar  nuestras dos ciudades autónoma en el norte de África. No en Marruecos. Ceuta y Melilla son la España norteafricana. El enemigo en casa. El gato traidor. El vecino infiel. Una película esperpéntica protagonizada por frikis. La producción es cara. La paga el contribuyente español.

 

El guion -lo escribiremos sin tilde- es una xerocopia de los filmes del oeste rodados en el desierto de Almería. No valen una moneda de dos céntimos. Pero a cuenta de millones de monedas de este valor, se vacían las arcas de unos para llenar los bolsillos de dos o tres. El gatito es un carnívoro. No se dejen atrapar entre sus zarpas. Ocurre como con los vampiros. Actúan de noche. No sea que la claridad desmoche sus sanguinarias máscaras. Desconfíen. Muerde. La yugular.

 

Un saludo.

0 comentarios