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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DE BENDITOS Y MALDITOS

 

 Bendito, el santo y el bienaventurado. Maldito, el perverso, el malintencionado, el ruin, el miserable. Bendito el que viene en nombre de la paz. Maldito el que trae la guerra en nombre de su paz.

 

Se ve venir. A medida que las elecciones se acercan, el canguelo cerca a los detentadores del poder. En Andalucía, una dictadura de más de treinta años puede caer como se derribó el muro de la vergüenza. En Extremadura y Castilla la Mancha, eternos feudos sociatas, pueden terminar de poner de los nervios a los psoecialistas. Las tres comunidades menos desarrolladas de España, las que tienen un índice de pobreza infantil superior a la de Rumania, están a punto de poner en la calle a los Chaves/Griñanes, a los Ibarra/Vara y a los Bono/Barreda. Se marchan pero con el riñón bien forrado. No van a cobrar los 33 días por años.

 

Con ser una satisfacción democrática, un triunfo del sufragio universal, la decadencia de los imperialistas de España no es el problema. El problema es otro y mucho más grave. Los perdedores con nobleza admiten la derrota y felicitan/facilitan a los victoriosos. No es el caso. Cuando en el horizonte se vislumbra la debacle y las malas intenciones asoman sin reparo, los apoltronados del poder levantan barricadas, sueltan a las jaurías de rottweilers cruzados con pit bull y diseñan toda una estrategia desestabilizadora con el fin de asustar, de amedrentar, de aterrorizar y de “etarrar”.

 

La voladura pretendida del Valle de los Caídos es una muestra más de las aviesas voluntades de esta pandilla de terroristas mentales. La coartada es el respeto a que los muertos yazcan en tierra querida. La excusa es que el monumento es un símbolo de discordia, de tortura y de muerte. Pretextos vanos. Subterfugios de malditos. Lo que persiguen estos hacedores de desgracias colectivas es crispar, llamar a la violencia, convocar, como almuédanos del infierno, a los que han de morir para que el hambre de prepotencia no se sacie.

 

Aluden a la memoria histórica para despertar enterrados odios y para alentar recelos trasnochados. De la historia sólo toman el cainismo, del mismo modo que los perros famélicos se arrojan sobre el montón de basura que hallan a su paso.

 

El anticlericalismo vuelve a tener carta de identidad. Los ataques a la Iglesia se multiplican. Asaltan la figura del Papa y a su doctrina lanzan denuestos continuados. La derecha se convierte en diana de sus disparos dialécticos. De nuevo. Buscan reeditar tiempos pasados que nunca deben volver. Lanzan cañonazos de humo letal para que el fétido olor de la corrupción que ellos cultivaron quede ahogada por el mortífero gas. Les falta emular a Espartero y reprimir a sangre y fuego el derecho de manifestación. O seguir a Azaña para quitarse de enmedio a los seisdedos de hoy.

 

Benditos los que soportan tanta incuria y resisten tanta bajeza. Malditos los íncubos y los súcubos. Malditos lo que agreden, amenazan, torturan y provocan. Malditos los que, a sabiendas, lo permiten y azuzan. Malditos los que procuran el enfrentamiento entre españoles.

 

Benditos los que no pican el señuelo que lanzan estos fascistas que hacen de la memoria, pesadilla y de la historia, un cuento de miedo. Éstos, malditos. Malditos. Maldita sea que no nos dejan vivir en paz y en progreso. Bendita la democracia que permite al pueblo hablar. Bendita sea.

 

Un saludo.

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