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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL BATACAZO ANDALUZ

 

 Allá por la primavera del pasado año, el todavía presidente andaluz, don Manuel Chaves, el de Matsa, firmó una frase lapidaria: "Tenemos que ser un partido en posición de combate". Se dirigía a la Interparlamentaria de los Socialistas Andaluces. De combate. Las encuestas dibujaban un horizonte plomizo. Amenazaba tempestad.

 

El Presidente del PSOE no sólo estaba admitiendo la crisis que nunca existió en abril de 2008. Mostraba su preocupación por la pérdida de un poder total mantenido durante más de treinta años. La mundial. Por mucho que se diga, nunca se calibrarán las consecuencias de un ocaso psoecialista en su territorio más adepto.

 

Cinco años después de su nombramiento como Presidente del Gobierno, Zapatero no ha esgrimido el concepto “a beneficio de inventario” para advertir que su Gobierno se encontró una Hacienda desmantelada y unas deudas inasumibles. No, no. Calló y el que calla, otorga. Zapatero se asió al importante activo económico y financiero que le legó Aznar y lo mostró como propio, al tiempo que se apresuraba a desvincularse de toda relación con la actividad internacional de Aznar, especialmente la que mantuvo con el presidente Bush.


La crisis andaluza, sin embargo, no puede atribuirse al PP. El virrey Chaves no la heredó de su predecesor, Escuredo, ni de Rodríguez de la Borbolla. Ni de nadie que no fuera de su grupo político. Chaves se hereda a sí mismo pero no tiene reparos a la hora de hostigar al PP. Porque sí.

 

¿Es Griñán el culpable del desaguisado económico, social y moral que arrasa Andalucía? La culpa fue de Chaves, dice, pero él estaba con Chaves en la Junta. Luego, hay que decir que él posee una alta responsabilidad en esta triste Comunidad a la que pertenecemos más de siete millones de españoles. El paro andaluz se dispara, las empresas cierran, los subsidios desaparecen, el malestar social se incrementa. ¿Combate contra la crisis o lucha a mano armada contra el PP que tiene cerca, por vez primera en la democracia, el poder en nuestra región? Guerra, afirman las huestes de Griñán, Rafael Velasco incluido, a Javier Arenas y los suyos. Guerra sin cuartel contra la derecha que se ve. Guerra que sí sería sucia en comparación con la de Irak.

 

¿Reconocerán Chaves y Griñán que Andalucía, a la que han dejado de la mano de Dios, ocupa el último lugar, según el Informe PISA, entre las Comunidades Autónomas españolas, o que las empresas públicas andaluzas han perdido, según la Cámara de Cuentas, casi un cuarto de billón de pesetas en 2008? ¿Admitirán los dos supervivientes que el Decreto de Ordenación del sector público es un intento desesperado para colocar a los suyos en un status funcionarial que no les corresponde a fin de taponar todos los huecos cara a su posible retorno al Gobierno? No. Ni reconocerán ni admitirán. No. El día que digan la verdad o no serán del PSOE o del PSOE habrán sido expulsados. Ese cambio de mentalidad no es posible en el partido sectario.

 

El fin del régimen felipista se halla próximo. Sí, felipista. Por él construido. Para su gloria y pompa. No hay que vender la piel del oso antes de cazarlo. Sin embargo, por Andalucía hay que cazar al oso. No matarlo. Sí dejarlo fuera de actividad. El daño que ha hecho es incontable. El mal tardará años en superarse. Es preciso un golpe de timón electoral que haga posible la contemplación de nuevas perspectivas políticas. La mejor arma contra la guerra es la paz. La paz es el sustento de la democracia. Las posiciones de combate han de pasar por el tamiz de la ley.

 

Éste que les escribe celebrará el cambio de régimen. El batacazo electoral del PSOE significará el fin de un período negro de corrupciones inacabables. Aunque sólo fuera por esto, habría que echarlos. Se impone, además, un movimiento de construcción autonómico que devuelva a Andalucía a la senda de la recuperación económica y de la confianza social. El resurgir moral va a ser más difícil. Todo se andaría. Sin embargo, una nueva victoria del PSOE indicará el triunfo de la democracia, pero al mismo tiempo, la ratificación de que la democracia puede ser pervertida desde dentro por aquellos a los que la democracia importa un rábano. Léase esta Junta que nos desgobierna. Batacazo del Psoe, sí. Por asepsia. Por limpieza. Por claridad.

 

Por Andalucía.

 

Un saludo.

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