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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL INSOLVENTE SOLBES

Debate televisivo Solbes-Pizarro. Victoria del primero. Victoria de la imagen. Derrota del fundamento. El representante del PP dio unas cuantas lecciones al del PSOE. De qué vale tener razón si no se seduce. En una sociedad de escaparates, las sensaciones aplastan a las convicciones. Los votos se escrutan en la olla de la red social.

 

Solbes reaparece después de la tardía espantada del Gobierno de Zapatero. Ahora, dice, ahora, se arrepiente de haber sido ministro de economía en la segunda e inacabada legislatura de ZP. Los llantos a distancia y a destiempo me suenan a rabietas inmaduras de funcionarios con alma de carroñeros.  Vaya a llorar a su casa y no quiera revertir en el indeseable mandamás la propia falta de huevos, con perdón. Si el peor presidente de la historia democrática de España ha merecido tan deshonrosa cumbre, se debe, en primer lugar, a sus caliguladas y, en segundo término, a los manijeros de los resortes del poder que el emperador enfermo repartía a golpe de paranoia. Nadie se desmarque de su responsabilidad.

 

Después de cuatro años en la sombra de la vergüenza, Solbes busca la luz de su rehabilitación encendiendo lámparas de bajo coste y alta explotación humana. El vicepresidente de la nada presidencial nos vende en un libro su versión de una historia desgraciada. Uno de los verdugos de la crisis económica que ha hundido a la ciudadanía española durante más de un lustro, pretende redimir sus fechorías ministeriales contando la milonga de su propia limitación. No es que persiga ajustar cuentas con Zapatero. Es que quiere sacudirse el polvo de su cobardía. No es que admita el umbral de su impotencia. Es que se empeña en  mantener el discurso dialéctico que no resiste un telediario de entonces.

 

La crisis, señor insolvente, comenzó en 2006. Pregunte a cualquier arquitecto que en esa fecha denunciaba la inexistencia de proyectos. Y a los constructores favorecidos que guardaban la pasta en maletines de sicav. O a los parados que multiplicaban su número. O a los preferentistas arruinados por la promesa de un  paraíso falso. Así que no eche balones fuera ni juegue con los años de la desmemoria. No siga mintiendo.

 

Es cierto que Zapatero fue un demagogo. Sin embargo, usted no le fue a la zaga. Al menos, el leonés se comió todos sus vómitos. Usted, no. Entre uno y otro, las consecuencias han sido devastadoras.

 

Al cabo, ha tenido que ser el PP, como siempre, el que se coma el marrón de la golfería y de la ineptitud heredadas. Ha sido Rajoy quien ha cogido al toro de la indisciplina por los cuernos. Uno discrepará de Mariano, pero ha de reconocer que, aunque cojee con frecuencia, tiene más crédito, más dignidad y más solvencia que el impío predecesor y el insolvente Solbes.

 

Insolvente Solbes.

 

Un saludo.

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