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Francisco Velasco. Abogado e historiador

AIRE

 

 Cinta Castillo fue Consejera de Medio Ambiente. Aunque pareciera Apoderada del Polo Químico. Ahora lo es José Juan Trillo. En Huelva, el medio ambiente es un hábitat partido por la mitad. Las balsas de fosfoyesos son un cuchillo afilado que cercena las gargantas de miles de ciudadanos. La Junta ha premiado el servilismo de los nombrados con la triste Baronía de Guardianes de la polución.

 

Los psoecialistas declaran que los fosfoyesos no son residuos. Que subproductos. Que no son basura inmunda. Que desechos reutilizables. Estos oscuros personajes, de alma yerma y visión compuesta, son especialistas en el embaucamiento. Más el profesor que desertó muy joven de la tiza, carente de regate la calañesa. Almibarado uno, tosca y arisca la otra.

 

Ambos hablan de regenerar el territorio. Se limitan a vender un comité de experimentadillos afectos al Politburó del camarada Mariojimenev. Su decisión es ganar tiempo. No se atreven a resolver. Sin embargo, urge una solución. Y ésta, como decía Salomón en sus Provebios, no se encuentra al alcance de estos gavilanes neofranquistas. El ciclópeo vertedero de fosfoyeso no será nunca fuente de riqueza.

 

Uno, nacido y criado en la plaza de la Merced, se pregunta: qué pasa con los jueces, qué atención se presta a la salud, y qué responsabilidades se reclamarán. Las sentencias judiciales se ignoran. En cuanto a la salud, que se obsequie a los ínclitos Cinta y José Juan con el collar de la Orden del Fértil Aditivo Químico. Respecto a la responsabilidad, el Decreto 93/1999 y el mismísimo Código Penal tipifican los actos y señalan a los autores.

 

Llamar subproducto a un residuo pernicioso es una lítotes. Tan descomunal como denominar interrupción del embarazo a lo que es un aborto. La dialéctica de la panda del PSOE muestra hasta qué punto, con tales eufemismos, se avergüenzan de ser como actúan. Se revelan como agentes berlusconianos sin más horizonte que el que vislumbra su ambición enfermiza.


El tema invita a honduras jurídicas. Pero no toca hoy. Hoy toca reflexionar sobre las varas de medir. Las que utiliza el ZPsoe no siguen la definición de barra de platino iridiado. No sirven para el agrimensor. La suya es la propia del percutor. Contra quien disiente, discrepa o disputa. Percutor que hace daño, mucho daño. En personas y en bienes. En moral. En salud. En verdad.

 

Un saludo.

 


 


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