Blogia
Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL SACO

 

 De mentiras. De malicias. De injusticias. Meter en el mismo saco constituye una mala práctica. Tirios y troyanos. Buenos y malos. Justos e injustos. Corruptos y limpios. Manzanas podridas acaban resultando. A sabiendas de la maldad, seguimos incurriendo, una vez y otra, en la perversa actitud. En ocasiones, incurrimos en ella a cuenta de una escasa personalidad. O como consecuencia de una opinión hipotecada. O, acaso, cual fruto que se recoge del árbol de la infelicidad universal. Realidad y apariencia no caben, en suma, en el mismo saco. Y si presionamos para que el recipiente ceda, la percepción del vicio no escapa a quienes desde fuera contemplan las deformaciones y los bultos.

 

Clase política toda ella corrupta. Sindicalistas sin vergüenza. Docencia adocenada. Médicos funcionarizados. No es de recibo. La sinécdoque, como figura literaria, tiene su espacio adiábatico, su recinto hermético, a fin de impedir el intercambio térmico y de valores. Las generalizaciones son compañías inadecuadas que provocan daños difíciles de reparar. Nombres y apellidos para designar al impúdico, al golfo o al canalla. Expresiones propias que definan, con precisión, al sujeto mendaz. De lo contrario, el acto inmoral lo comete el acusador con independencia de la veracidad de su crítica.

 

El PSOE es el partido de la corrupción, se dice. Se dice. Salvedad hecha de los miles de militantes cuya honradez no se discute. Sí es el Partido del GAL, de FILESA, de MATSA y de tantos otros escándalos. De ellos habrá que responsabilizar a sus autores o a sus cooperadores necesarios o a sus cómplices activos y/o pasivos. La militancia y los votantes, en general, quedan al margen de la cuita en tanto ni han participado ni han sabido ni han colaborado ni han justificado.

 

Cada persona es dueña de su propia moral y ésta no es sino el principio que rige su comportamiento. Que la laxitud de algunos moralistas rechina, adviértase. Que la largueza elástica de principios colisiona con el rigor de los valores normativos, censúrese y reconviértase. La ley es para todos. La moral se suscribe en la individualidad y en la esfera íntima de los seres humanos. Los bichos carecen de moral. Hay bichos, empero, que, bípedos, nunca la conocieron.

 

Comisionistas y ugetistas son sindicalistas de pro. Sin duda. Hombres y mujeres plenos de pudor y saturados de honradez. En sus organizaciones, existen dirigentes concretos capaces de poner una vela a Dios y otra al demonio, de vestir la saya basta en el más refinado de los escenarios burgueses. Belle de jour, que interpretara magistralmente Cathérine Deneuve.

 

Mucho saco. Contenido mínimo. El Pacto de la foto que sellaron los representantes provinciales de Huelva con directivos de El Corte Inglés, el día 29-S, es el mejor exponente de esta política que hoy nos llena de oprobio. Se cierra el centro comercial unos minutos. Se hace la foto del cierre. Al poco, los piquetes coactivos se retiran y los encargados abren de nuevo las puertas. En el proceso, un cuarto de hora. La imagen es la foto y la foto, la imagen. Vaina sin fruto. Arcón vacío y desvencijado. Golpe de efecto que esconde la escuálida y pobre mercancía.

 

Hay empresarios buenos. También, despiadados. La huelga ha castigado a unos y a otros. Los impulsores de la “vaga” -el léxico catalán es, a veces, demoledor- los han metido en el mismo saco. Cuando los saquen, es posible que los buenos se hayan hecho malos. Lo que es seguro es que los malos nunca serán buenos. La moral de quienes así se conducen tiene poco que ver con la más elemental ética. Mucho, con la más despreciable moral.

 

El hombre del saco puede llevarse a toda esta patulea. A ver si, de esta forma, se discrimina.

 

Un saludo.

0 comentarios