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Francisco Velasco. Abogado e historiador

REDES Y PECES

 

Que si quieres peces, que te mojes. No regales el pez, enseña a pescar. El valor del esfuerzo y de la abnegación siempre fueron virtudes de los pobres y, en consecuencia, ideas de izquierda. Pocos ricos son de izquierda. Muy pocos. Sin embargo, grande muy grande, es la distancia que media entre el genio y el ingenio, entre la inteligencia y la picardía, entre el concienzudo trabajo serio y la repentina tarea, la lejanía entre el humorista y el cómico, o entre el buen compositor y el intérprete mediocre.

 

Lo que diferencia a la imaginación de la fantasía. Lo que hace el actor para no parecerlo. Lo que repugna al payaso de circo cuando se le denomina bufón cortesano. Lo que contiene un futbolista para no ser calificado de "tuercebotas". O a un torero para que no se le llame maletilla. Lo que hace el rigor frente a la salida del meritorio por el mutis. Lo que, en definitiva, demanda el respeto a los demás: mostrar la eficiencia de servicio que una profesión requiere. Lo contrario señala al irresponsable. El que planifica frente al "vive la vie".


La política no puede ser el arte de obtener dinero de los ricos y votos de los pobres con el fin de proteger a los unos de los otros. Tampoco es la segunda profesión más baja, aunque estrechamente ligada a la primera. Ya me entienden. Toymbee, clásico entre los clásicos, expresaba que el mayor castigo para los que no se interesan por la política, es ser gobernados por quienes sí se interesan. Es la respuesta pragmática de un científico, preocupado por la génesis de los sucesos sociales.Y en ello estamos. Todos tienen su razón pero la razón no es patrimonio exclusivo ni excluyente de nadie. En ese caso, la dictadura asoma su garra. Y no.

 

Las redes apresan pero las redes comunican. Con cuáles se quedan. Si entre ellas capturamos las verdades, bienvenidas sean. Si a través de ellas lanzamos mensajes de discordia y de desagregación, malditas. El reduccionismo puede ser tan beneficioso como la expansión. Y viceversa. No se trata de relativismos como principios. Sí como manifestaciones del respeto a las ideas del otro. Los peces pertenecen a miles de especies. No todos se dejan caer en la red. Ni siquiera hay redes para ciertos peces.

 

Uno determina su vida en la medida que la vida no sea la ballena de Jonás. Cuando esto ocurre, no hay Jonás que pueda contarlo. La vida de cada uno tiene su razón de ser en la vida de los demás. En soledad, no se es; se está poco tiempo. En compañía indeseada e indeseable, tampoco se es; se está mucho tiempo. En uno u otro caso, todos caemos en la red, entendida como trampa que algunos depredadores nos echan en nombre de las ideologías. Majaderos, unos. Mala gente, otros.

 

Un saludo.

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