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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MIEDO PROVECHOSO

 

Río revuelto, ganancia de pescadores. La crisis, caldo de cultivo de extremismos políticos. De izquierda y de derecha. Sociología histórica elemental. La pobreza es la campanita de Paulov a cuyo tañido acude el ganado más ultra. La desesperación y la miseria son malos compañeros de viaje.

 

Los buenos resultados obtenidos por la derecha en las recientes legislativas suecas entran dentro de la normalidad. Repiten victoria electoral. Victoria empañada, en buena medida, por el acompañamiento de los sectores más fundamentalistas de la ideología conservadora. La xenofobia se hace sitio en los rincones más tradicionalmente progresistas de Europa. Profundos cambios sociales se ciernen en los países del Báltico.

 

Escandinavia ha dejado de ser el referente del socialismo democrático y de la gestión económica más adelantada. En Suecia, los elevados impuestos se pagaban con gusto en tanto se compensaban con un altísimo nivel de vida dentro de un marco económico muy sano. El modelo sueco se extendió, con éxito, por los países vecinos. El modelo se extingue al socaire de la crisis. Los paganos, los suecos pero, sobre todo, los inmigrantes. Durante años, la mano de obra extranjera fue esencial para el desarrollo nacional. Hoy, cuando se da la vuelta a la chaqueta financiera, sobran los alóctonos. Vivir para ver.

 

La extrema izquierda busca su parte del festín. La Rusia de hoy es el núcleo de la Unión Soviética de antes de ayer. Por más que el capitalismo haya encontrado abono para las prácticas más crueles, el pueblo vive sumido en niveles de necesidad que nos llevan a reflexionar. Serdioukov, Ministro de Defensa del Gobierno de Putin, que no de Medveded, quiere, qué casualidad, dotar de armamento moderno a las fuerzas armadas. Casi medio billón de euros se ha presupuestado para acometer esta obra de caridad y de justicia social. Medio billón.

 

La guerra fria de la postguerra llenó los bolsillos de muchos “patriotas”. Tiempos críticos de un período de inquietud. La crisis de nuestros días aventura propósitos surgidos de miradas hacia atrás. Algunos advierten la parábola de la mujer de Lot. Otros enarbolan la enseña de la historia que se repite. La tierra está removida. Lista para el abono. El problema radica en la semilla que se siembre. En el agua con que se riegue. En la época que se coseche. En la intermediación y venta de la materia prima.

 

Los extremismos ideológicos se juntan. Llegan a confundirse en su empecinamiento maléfico. El miedo a la ruina alienta el miedo al conflicto y el temor a las guerras amortaja el valor de los ciudadanos. Si el miedo insuperable puede ser un eximente penal, ese terror llega a ser un catalizador que sepulta las libertades. Si éstas desaparecen, hay que preguntarse: “cui prodest”. Quién se beneficia. Quién se aprovecha del miedo de los demás. La respuesta es fácil: los que pescan con dinamita, los que cazan al acecho, los depredadores sin escrúpulos. Que dónde están. Más fácil me ponen la contestación. Miren a su alrededor. Los que han perdido su empleo, su casa, su coche, son las víctimas. Los que predican la paz social de los súbditos, son intermediarios del dictador. Los que incrementan su patrimonio sin razón aparente, los grandes beneficiados. Miren, miren.

 

El miedo es la coartada del lobo. La frase no es de este servidor. Se atribuye al Papa Woytila. Lobos. Miedo.

 

Un saludo.

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