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Francisco Velasco. Abogado e historiador

DOS SEMANAS

 

Primer día de septiembre. Servidor insistía sobre el tema de las pensiones. El tema como problema. Cualquiera puede avanzar un incendio si observa a unos domingueros preparar una barbacoa campestre en pleno verano. Cualquiera con dos dedos de frente. Zapatero. O no tiene frente o no tiene dedos. Las pensiones pueden incendiar este país. Incendiarlo y convertirlo en cenizas. Desde que inicié mi andadura con este blog, he puesto especial énfasis en la correlación economía-sociedad. Caminan tan estrechamente juntas que si cortas las alas a la abeja financiera, el cuerpo social se rompe la crisma. La abeja Maya pierde sus rayas.

 

Les invito a releer el susodicho artículo. Del mismo, reproduzco el siguiente párrafo: “El problema de las pensiones no es nuevo; por el contrario, siempre ha generado inquietud. No obstante, ese genio de la indiligencia dirigente que es Zapatero, ha convertido la inquietud en miedo. Es mucha la crisis que sufrimos por arte y gracia del partido del Gobierno de Rubalcaba o de Chacón. El temor se incrementa desde el momento en que el Presidente de la nada está vendiendo un producto social que se contradice con las declaraciones de MAFO, Gobernador del Banco de España, y que colisiona con las consignas de UGT y CC.OO en tanto han venido demandando jornadas laborales de cuatro días”.

 

Trece de septiembre. Zapatero ha hablado. En Oslo, aprovechando que el río de la reformita laboral pasaba por allí, al desarbolado presidente de este gobierno de mala jaez se le ocurre descubrir, ahora, el Pacífico. "Un gobernante que tenga los datos de los que nosotros disponemos sobre envejecimiento de la población y cambios demográficos en España debe tomar decisiones", ha dicho. Hasta hoy, barbacoa estival en el mes más tórrido de los últimos treinta años, el jefe del Consejo de ministros, no se ha enterado del peligro. Y del temor subsiguiente. Y del pánico que se se preconiza. El pobre. Con lo listo que es. Con lo bien que lleva el aborto. Con la defensa que hace del separatismo. Con la despreocupación que caracteriza la vertebración del Estado. Con la lucha que sostiene frente a la corrupción. Con la mano firme que conduce el cohete económico. El pobre. Con lo listo que es y no ve lo que tiene delante de las narices.

 

Suelo torcer el gesto cuando algunos tertulianos refieren el carácter optimista de Zapatero. La visión buenista del hombre. Por favor. El embaucamiento. El infinitivo es embaucar. Con un matiz. No engaña prevaliéndose del candor del engañado, que también. Engaña adoptando una imagen candorosa, un talante conciliador, una afable manera de hablar. Alucina. Se alucina. El optimismo del Secretario General de Pepiño no es el de un encantador de serpientes. Demasiado cobarde para andar entre reptiles. Si acaso un sérpido disfrazado de santo. Un áspid como el que mató a Cleopatra.

 

La reforma laboral. El ataque al salario de los funcionarios. La reforma de pensiones. Modifica pero no mejora. Enmienda pero los malos hábitos prosiguen. Restringe pero no disciplina. Se contiene pero dice lo contrario de lo que ejecuta. Qué pieza, madre, qué pieza. ¿Alguien conoce un rincón donde situar trastos inútiles?

 

Un saludo.

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