TREGUA DE MUERTE
Vale la pena. Mostrarse. Hablar. Alto y claro. El diario Gara publica la penúltima declaración escrita de ETA. Con los etarras, las declaraciones no violentas siempre anteceden a la última. La última, y postrera, es la muerte.
Una vez más, la banda asesina indica una tregua. Van a dejar de matar, dicen. Siempre que seamos buenos, ellos dejarán la pistola en la gabardina y la bomba en el zulo. Se cubren la cara y colocan la txapela sobre la cabeza homicida. Pero tenemos que ser buenos. Hay que dejarles hacer lo que les viene en gana. Independencia como requisito. Tregua como mérito. Saben que es el momento. Estos demócratas del tiro en la nuca están bien informados. Zapatero busca un golpe de efecto y el golpe nos lo dan en la cara. Rubalcaba gana tiempo para justificar la continuidad de un Gobierno roto, maltrecho y sedicioso.
Bueno está que se hable con grupos terroristas. En democracia, el diálogo, la conversación y el entendimiento pueden ser legítimos por más que estas conductas repugnen a la ley. Monólogo, no. Extorsión, tampoco. Ni hablar de condiciones. Sin embargo, la tregua no la impone el Gobierno. La decide, unilateralmente, el Terror. El Terror domina al Estado de derecho.
La debilidad de Zapatero es el alimento del separatismo más virulento y la excusa de vecinos invasores. Siempre fue así. El primer ministro del Gobierno de España no es bueno. Ni buenista. Es, simplemente, un incapaz. Su traje directivo le cae demasiado grande. Mucha tarea para tan enclenque personaje. ETA le tira nueces del nogal que zarandea el PNV. Zapatero las recoge del suelo y las devuelve en bandeja de plata. Cortés, se autoloa. Servil, se le califica. Comprensivo, vende. Cobarde, se le acusa. España en cuadro. ETA le cuadra. Como al toro mareado, ETA se perfila para matar. La tregua es la retirada del estoque. Basta. Listo ya el descabello.
ETA no da tregua. Es mentira. La única paz que regalan los desalmados es la de las fosas. El sonido que les gusta escuchar, el de las metralletas. Su música, el llanto de los familiares de sus víctimas. Su brindis, por los muertos de la Guardia Civil o de la Policía. Tienen a Rubalcaba en un puño. Pepiño come de la mano de Erkoreka. Un año más de poder es un año de vida para quienes vivir es montarse sobre la miseria de un pueblo.
Si un español muere, no será un asesinato. Simple accidente, comentará lloroso el todavía presidente. Qué lleva a los seres humanos a semejantes cotas de indignidad. Miren, señores de ETA, si quieren tregua, dejen las armas, descubran sus rostros y entren en el templo de la democracia. Si quieren la independencia, a las urnas. En paz. Sin guerra.
En cuanto al Gobierno, qué gobierno, ley, ley, ley.
Un saludo.
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