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Francisco Velasco. Abogado e historiador

MELILLA

 

La relación de España con Marruecos es normal. Aquí no ha pasado nada. Dos países vecinos que se quieren y mantienen una vecindad estrecha. La política entre los gobiernos de ambos países se basa en el respeto, en el apoyo y no en el cabezazo. Un político puede proferir las amenazas que le dé la gana, mentir cuanto convenga y aplicar a sus palabras el latiguillo del “con todo respeto”. Puede. Como puede el ciudadano criticar su talante chulesco, sus embustes continuados y el tomar en vano el nombre del dios respeto.

 

El asunto “Melilla” no ha hecho más que empezar. No es la primera vez que los súbditos del rey de Marruecos presionan la frontera hispano-norteafricana. Desde luego, no será la última. No obstante, los plazos entre acometidas se acortan peligrosamente. Los intervalos se reducirán de manera directamente proporcional a la cobardía mostrada por el señor Zapatero. Es decir, irán en aumento porque la falta de valor de este Gobierno de intrusos es proverbial.

 

Hasta que Ceuta, Melilla, los peñones y las Canarias no se entreguen al sultán alauita en dorado envoltorio, los marroquíes no cejarán. Hasta que los territorios españoles no peninsulares no se desgajen del Estado, Zapatero no estará contento. No es necesario un país tan extenso. El que mucho abarca, poco aprieta, se justifica el presidente de unos cuantos. Incluso si Cataluña, Euskadi y Galicia se conformaran como nuevos estados independientes, satisfarían el empeño centrífugo y desmembrador del secretario general psoecialista. Los problemas, se deduce de sus actos, no se resuelven. Los problemas se vadean. Se olvidan. Se ignoran. Muerto el perro, erradicada la rabia, se consuela el muchachito de Valladolid. Entre risitas timoratas y entrecortadas palabras de mártir de la fe laica del poder a ultranza, don Zapatero rompe España. El hombre cuenta con el apoyo entusiasmado de su partido y con la omisiva complacencia del pueblo.

 

Melilla es española. A este paso, por poco tiempo. La Marcha Verde fue el antecedente de la Mancha roja. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado hacen un trabajo ejemplar. Pocos medios y menos recursos. Total, para el tiempo que les “qaeda”. RuGALcaba ya se manifestado con la oscuridad que le caracteriza: toda la culpa de Aznar. Pues no que el del bigotito levanta barreras al estilo Peregil. Cariño. A los vecinos de Marruecos, mucho cariño, que son hijos de Dios. Los que les nieguen calor humano, reos serán de la divina venganza.

 

Y a las mujeres policías, ni cuenta. Esas no son mujeres como Bibiana. Las mujeres de Bibiana no son agentes. Son víctimas del macho español. No del bruto marroquí. Pobre Zapatero. Lo que sufre por nosotros. Hay que estudiar la forma de desenchufarle del aparato artificial que le ata al lecho de muerte politica. Debemos hacerle un favor. El detalle es importante. Enchufes fuera. Zapatero, a la calle. Aunque sea a la leonesa calle de la Rúa. Con perdón de los que en ella residen y por ella pasean.

 

Un saludo.

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