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Francisco Velasco. Abogado e historiador

EL MALVADO RUBALCOV

Me recuerda uno de los personajes cinematográficos salidos de la pluma extraordinaria de Dickens. El anciano jefe de una banda de ladrones infantiles. Fagin. Un lado cómico que no escondía la poliédrica crueldad de un hombre desalmado. Los bajos fondos del genial novelista británico asoman en la cara impasible e imperturbable de un sujeto de condición bajuna.

 

Durante un tiempo aguardó su oportunidad. Cuando los problemas de España amenazaron al partido, quiso, y logró, formar parte del gobierno de Zapatero. Rubalcaba previó los sucesos graves que se cernían sobre su gente. Se adelantó, astuto, para lograr artificiosamente su fin. Cuestión de tiempo pues la suerte estaba echada. De factótum en el Consejo de Ministros a candidato único para las elecciones cantadas. A la luz de los sondeos, ordenó al presidente el adelanto de los comicios. Nada al azar. Ninguna experiencia incontrolable. Todo, cuando y como conviene.

 

Ninguneado el líder, renegó de su talante y se apresuró a proclamar su óbito político. El que manda, oficialmente, a partir de ya, es Alfreddo. Cuesta arriba las encuestas, al taimado personaje de las calles londinenses no queda sino la treta en su más alta traición. Hay que ganar como sea. Como en 2004. Si es preciso llamar asesinos a los populares, se hace. Si hundir tres Prestiges, sin vacilar. Si no Atocha, Chamartín o El Prat. O el Palacio Real, a imagen y semejanza del noruego Breivik.

 

Ha pasado del “los españoles no merecen un Gobierno que les mienta” al “a los españoles los embauca mi menda lerenda”. Posee talento pero le falta imagen y le sobra maldad. El viejillo de aspecto pretende rejuvenecer sus canas pero sus ojos lacerantes le delatan cuando impone a los flashes su meliflua sonrisa. Es el rey de la trampa. Muestra sus redondeces mentales porque carece de principios y desconoce sus finales.

 

Teme la derrota pero rechaza el derrotismo. Alborota el cotarro para que el polvo del camino altere las señales y confunda a los viajeros. Se acerca a Democracia Real el propagandista y agitador de los indignados. Utiliza a los muertos como votos lázaros de una misión que se antoja imposible. Lanza mensajes de concordia para compensar el efecto morigerado de Rajoy. Pura entelequia. Tiene nombre y está bautizado. Este Fagin dickeniano se ahoga en su propio vómito verbal. Sin embargo, cuidado con él. Rubalkov es un privilegiado del dios Marte.

 

“Se ofrecen cinco guineas a quien ofrezca noticias acerca de Oliver Twist, en paradero desconocido desde el pasado jueves”. El Oliverio Twist de este Fagin de carne y hueso es la nación española. Ofrezco mi patrimonio a cambio de quien me facilite cómo encontrarla. Tan pérfido el desactivado ZP como taimado y vil el activista Rb.

 

Aviados estamos. Si fuera creyente, terminaría con el ritual “Dios nos coja confesados”.

 

Un saludo.

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