LA SEGURIDAD Y LA ECONOMÍA
Que, desde hace medio siglo, la playa de Mazagón ha venido sufriendo los efectos del derrame de carburante, lo sabemos cuantos onubenses hemos elegido aquella zona como rincón de baños y de descanso. Todavía en la arena, pese a los esfuerzos de limpieza, se observan huellas negras. Desde la orilla, los bañistas contemplamos en el cercano horizonte cómo buques de gran calado se suceden en su ruta petrolífera. El problema -porque es un problema de envergadura- no es tal en Punta Umbría, La Antilla o Matalascañas. Se centra en Mazagón. Lo cual, por otra parte, entra dentro de la lógica más elemental de la proximidad territorial del lugar de destino.
Nada más hipócrita que cerrar los ojos y morderse la lengua cuando la Junta de Andalucía parece decidida a dar el visto bueno a un oleoducto extremeño que pretende pisotear, hollar, suelo andaluz. Oleoducto como negocio en el que tiene grandes intereses un empresario muy cercano al PSOE. Partido el psoecialista en cuyo favor gobiernan los Ejecutivos de España, de Extremadura y de Andalucía. No hay casualidad. Si los dirigentes de la era zapateril quieren que el oleoducto en ciernes atraviese la provincia de Huelva, lo lograrán. En cuyo caso, desde el norte hasta el sur, una multikilométrica serpiente de acero y asfalto reptará por el variado paisaje de nuestra provincia. En su vientre portaría tal cantidad de veneno negro que, de evacuarlo accidentalmente fuera de lugar, provocaría un daño irreparable a la sierra, a la comarca andevaleña, al condado y a la costa.
Mazagón es la desembocadura. Otra vez. No cabe. Mazagón tiene que salir a flote. Balboa, no. Ni Balboa ni Vasco de Gama ni Cortés ni Pizarro. Oleoducto, no. La gente de Huelva tenemos que aprender a decir no. No supimos oponernos en la dictadura. ¿Sabremos hacerlo en la democracia, o sucumbiremos a los cantos desafinados del psoecialismo más activo?
No obstante lo cual, tengamos como referencia la importancia, hoy por hoy incuestionable, del petróleo. Si falta el crudo, la economía se paraliza; si su precio se incrementa, la inflación espera a la vuelta de la esquina. Aunque algunos apuntan a China y a India como responsables del movimiento especulativo, este articulista entiende que hay que mirar en los países en desarrollo los posibles subterfugios. ¿Quién nos asegura que, al igual que José en el Egipto bíblico de los faraones, no se está haciendo acopio avaricioso del oro negro para venderlo posteriormente mucho más caro?
Sea como fuere, nuestra economía está en manos de esa fuente de energía. Nos muerde el petróleo. Mientras esto ocurra, despidámosnos de un desarrollo sostenible. ¿Es el Gobierno consciente de la envergadura del problema que nos acecha? En lo que respecta a ZP, estará en Babia. La crisis contribuye a que sus engaños se descubran antes. El subsidio último a los parados está provocando mordidas en los parados que no tienen derecho a su cobro. Si el petróleo muerde, los parados están para bromitas. Nos van a devorar a todos. Al tiempo.
Negro el petróleo. Negra la poca conciencia que algunos conservan. La economía sostenible no pasa por construir más oleoductos, sino por garantizar que sus sistemas de seguridad no dañen, más, el medio. La avaricia rompe el saco. Bristish Petroleum sabe de esto un montón. Economía sostenible, de verdad. Las mentiras de la ley del mismo nombre que se sacó de la manga el tahurcillo de León, que se las trague. Que se las coma él.
Un saludo.
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