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Francisco Velasco. Abogado e historiador

PARA, PARO

Que el Desgobierno de ZP mal administra, lo sabe el más fanático de sus favorecidos. Y claro, si la administración falla, los sujetos a esa economía tienden a ser pobres y desdichados. Lo avanzaba Adam Smith y constituye ciencia infusa en los más ignorantes. No es preciso ser empresario ni economista para entender esta máxima. ZP no se entera, sin embargo, ni se quiere enterar. Estadísticas oficiales publicadas por la UE ponen de relieve que la pobreza infantil en España se aproxima a los dos millones. Dos millones de niños. Dos millones.


O se cambia la administración o se cambia al administrador. Mientras España no modifique, de un lado, su modelo productivo y comercial, la solución es imposible. En tanto el país siga aferrado a una normativa antiliberal, intervencionista y constreñidora, el túnel no acabará. Es más: hasta que la economía no logre crear empleo, el déficit y la deuda seguirán aprisionando al país. Los salarios se batirán a la baja, las pensiones sufrirán el rigor de la nevera y el consumo hibernará durante varios estíos. No nos engañemos. El paro determina el desarrollo económico y viceversa. Pura aritmética. Propiedad asociativa de los conjuntos.


Los conjuntos. Refería Borges que el conjunto de los conjuntos no es un conjunto porque si incluye a todos ellos, no está entre ellos. Por tanto, se puede concluir que el conjunto de los conjuntos no es un conjunto. Será otra cosa. Si ZP es el presidente del Gobierno de los españoles, o no es presidente o no es gobernante o no es español. De qué manera, si no, podemos clasificar a un señor que recibe una herencia multimillonaria y, seis años después, accede al infierno de los números rojos. La solución a los problemas radica en la asunción de su existencia. Si en vez de eso, se marea a la perdiz con brotes verdes, con economía sostenible, y con otros nominalismos sin bagaje, lo más lejos que se llega es a poner letras refulgentes en un escaparate de cine, por más que la película nunca llegue, siquiera, a rodarse.



El Gobierno es tan incapaz, tan nefasto administrador, tan indigno albacea, que por más oportunidades que se le ofrezcan para redimir sus culpas, sigue improvisando. Y mintiendo. Con altanero talante. Miente. Como lo hace el sofista que se intitula filósofo. O el trovero que se atribuye la cualidad de poeta. O el presidente que lo es por accidente y se postula como estadista elegido por el Olimpo democrático. Derrumbe. Desplome. Batacazo. Parpajaso. Zarpajaso. Economía que se sumerge. La economía doméstica del Estado sufre lo que antecede. En grado superlativo. Si fuera una empresa privada, los administradores marcharían al ostracismo. Para siempre. No puede Zapatero con la economía. Ni con el país. Ni con su propio peso. Calamidad.

 

El debate sobre los Presupuestos para 2011 va a crear una nueva brecha en la remendada compostura de la economía. Como el señor Zapatero no remunere con liberalidad a los independentistas catalanes y vascos, no será posible su aprobación. Y es que dos no debaten si uno se hace el sordo, el ciego y el mudo. Todo se gesta, amaña y apaña extramuros del hemiciclo. La puesta en escena achara, azora, azara, confunde y avergüenza. Se estrena una obra que ya se ha representado. La trama de esta representación es burda, grosera, tosca, ordinaria y vasta. Entre el público, los incondicionales aplaudirán con el entusiasmo de quienes acuden gratis a cambio de esas ovaciones retribuidas.



 El parlamento en las Cortes enmudecerá ante la irreversibilidad del tinglado que ha montado el PSOE con el PNV, CiU y Coalición Canaria. De nada sirve que las demás formaciones se pronuncien contrarias. Papel mojado es el informe del Instituto de Estudios Económicos que prevé el mantenimiento de la recesión y el incremento del paro y que califica las cuentas públicas como las peores de la democracia debido a su falta de credibilidad. Inservibles, aparte de su función testimonial, serán las enmiendas a la totalidad que se presenten. Compuestos, y sin novia, quedan los partidos de izquierda ante la fructífera veleidad del gran patrono psoecialista, cuya promiscuidad política sólo es parangonable a la vaciedad de su discurso.



 Parados y clases medias, en este orden, van a experimentar en sus carnes la ambición del presidente del Gobierno. Que el endeudamiento del Estado se dispara, y qué. Que la fiscalidad ahoga, un rábano importa. Que la economía sumergida reflota, mejor, calles vacías. Alea jacta est. El nuevo César compra y vende adhesiones a su antojo con el dinero de los demás.



Pobre España. En manos de estos administradores, nos vamos, los españoles, al pairo. Como un barquito de velas extendidas, que permanece quieto, sin avanzar. Al pairo. Al paro, por supuesto. Al paro, que no cesa de crecer. Y crece. Y crece. Y crece. Para, paro. Ni cuenta. Pobre España.


Un saludo.

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